martes, 9 de marzo de 2021

Cuarenta y nueve.

 "They say there's a Heaven for those who will wait

Some say it's better but I say it ain't

I'd rather laugh with the sinners than cry with the saints

The sinners are much more fun

You know that only the good die young".

Billy Joel.



Cuarenta y nueve.


Ah, estos días tan insospechados, tan insólitos, tan implosivos. Cómo se acercan mis Bodas de Oro con este pequeño paréntesis cósmico, hipo efímero en el Tiempo y en la Tierra.

El recuento anual un tanto ausente ante el azoro diario de estar vivo; sin sospechas, sin terrores ni fobias. Qué absurda paradoja; que dé igual un autobús sin frenos, un infarto o la exhalación asesina de un extraño o un amigo. Y sin embargo qué contantes y sonantes estos días y estos trescientos sesenta y cinco despertares al hilo. Aun a pesar del cerco que parece cerrarse y las noticias preocupantes sobre manos y ojos y rostros familiares y añorados.

Un tesoro perdido y otro conservado. Una mano amiga que se volvió puño, una voz entrañable que ahore es reproche. Y frente a mí también un rostro y una voz que derriten toda coraza; manos blancas que vuelan gaviotas sobre la tela y entre la niebla de los sueños que me permito tener. Sueños quizá sólo míos; estatua de hielo que aun no logro derretir.

Y aun están el sonido y el eco, tirando muros como en Jericó y torciéndome los labios hasta descubrir los dientes; flotando y rebotando, yendo y viniendo de un ángulo a los otros en un cuadrado cada vez más perfecto.

Hay dones, y hay regalos todavía. Y Dios, o la vida o lo que sea, no piden a cambio nada más que un día de vida cada vez. No podría negarme a ello aun si quisiera, pero el trueque no es injusto, y sí necesario.

La próxima vuelta al sol es incierta pero, ¿no ha sido siempre así? Tampoco sé si al final de la elipse estaré cansado, o triste, o si sabré tomar la luz y el calor y hacerlos de mi propiedad. De alguna manera, el sabroso suspenso es mayor pero también la incertidumbre; y ese gato verde de la Esperanza siempre está tan vivo como muerto. Pero está. Pero es. Y cincuenta-cincuenta nunca ha sido tan malo como suena.


Kanan Khasmammadov on Unsplash