lunes, 18 de noviembre de 2024

Para extrañarte. Memorias de escalón.

 "Keep trying for you,

keep crying for you,

keep flying for you,

keep flying, and I'm falling"

Sade.


Para extrañarte. Memorias de escalón.

Ansia de amnesia. Mi brazo duele con hambre de cubrir tus hombros y el aire huele como un reloj de arena en fase terminal. Pero el recuerdo me aturde, sentado en el escalón.

Otra sombra se adivina entre la audiencia y yo me repliego como una sensitiva. Mala costumbre, otra vez.

Nunca hemos sabido qué hacer uno con otro.

Así que de vuelta a Sade, y este cuaderno; antes del fuego y de la nube sobre mi cabeza.

Ya no sé qué hay adentro, qué más hay para dar. Ya no sé el valor de los días o de las noches; qué propósito tienen y si estoy sólo enfermo, o enfermo de verdad.

Sea la Música la droga, que cure o que sólo palie.

Hace mucho no tocaba como hoy.

No puedo evitar lamerme los dedos; los restos de esta noche y sus dos lados son manjar.

Ignoro si esta comedia agridulce es Arte, o sólo algo que sucedió; tiempos distorsionados chocando otra vez. No sé si soy necio o estúpido, o sólo dejo que me lleve el corazón a ninguna parte.

Me preparo entonces para extrañarte otra vez. Y a la vez quiero caer en el abrazo de lo improbable y lo húmedo, porque ya no sé qué hay adentro, y que más tengo para dar.

La puerta está entornada, la chapa ha dejado de funcionar.

Tú ya no recuerdas lo que te pedí. Tal vez deba recordártelo.



miércoles, 24 de enero de 2024

Cincuenta y dos. Otro pequeño desliz.

 "I turn my back to the wind
to catch my breath
before I start off again..."

Rush. Time stand still.


Cincuenta y dos.


Dìas de apender. Solo, pero no solitario. Días de timbres y campanas silenciosos; soy llegado a mis propias orillas, con todos los nombres en la punta de la lengua.

Algunas rudas lecciones; con la desconfianza zumbando y la lucecita en standby. El lustro quedó colgante por un único cabo, y el recuento es positivo con casi todos los números en negro; salpicado de escarlata tal vez sólo por añadir color. O acaso sea un poco de sangre fugitiva.

Es invierno aun y los años son copos de nieve apilados sugiriendo formas; y hay un miedo nuevo a que ya quede más atrás que por venir.

La Música suena diferente.

Los días vuelven a parecerse entre sí.

Promesas transparentes revolotean en la visión periférica. Terco y tranquilo, recorro viejos laberintos con ojos de camaleón; el horizonte esparce auroras y espejismos que cantan como sirenas.

Pronto, pero no aun.

Necesito más hierro y más hueso.

Tengo trescientos sesenta y cinco días para dar la vuelta al Mundo. Mañana, igual que ayer, no importa mucho; ya no tengo tiempo para esperar.

¿Habrá más islas? ¿Habrá realmente tierras por explorar, y las que extraño seguirán ahí? El camino se acorta y aun hay tantas canciones por tocar...

Así que: Contrito. Arisco. Perdido, como púa de guitarra. Cambiar de piel implica ser vulnerable y estar húmedo. Así que, ¿qué más da, otro pequeño desliz egoísta en esta particular tormenta-en-un-vaso? Hoy  soy sólo mío y de nadie más; quizá mañana me vuelva a abandonar a mí mismo. Nada importa hasta que este día acabe. Mientras, comienzo a rogar en silencio que siga habiendo más noches.



Foto de Diego Jimenez en Unsplash