viernes, 1 de enero de 2016

La Verdad entre Los Días, parte 3. Donde el Lobito descubre por fin que aulla en vano, y olvida numerar los dias.


Aquí tenemos entonces la tercera y última parte de La Verdad entre Los Días, la próxima entrada será una especie de apéndice con los Días Innumerables, breves ocurrencias que forman parte de esta piececita pero... carecen de fecha.
 
 
Al Otro Lado Del Segundo Perdido.

 
 
Llueve en tu sueño y mi vigilia,
y el diluvio se une a tu humedad
y yo ansío frescura en las manos.
El viento te lleva mi sorda rabia
y cada violento latido que lato impasible,
el lento compás de mis labios en tu lunar.
Cada trueno y relámpago explican
el miedo a un tiempo que no tenemos,
el vacío de un futuro en tu cuerpo,
el invisible llanto hemático por ti.
La luna es un satélite verdadero,
tuyo y mío y sirve
para no morirme del veneno de tus ojos,
para no deshidratarme
bebiendo tu ausencia de siempre.
Me faltas (ay, y cómo):
Estoy trozado,
soy un rompecabezas eterno y tu eres abismo
y no tengo manos, boca, vientre
ni tu alma llenando el espeso hoyo negro
que se llevó tu luz de mis ojos.
Quiero doblar el universo y encontrarte
al otro lado del segundo perdido,
comenzarnos de nuevo
a partir de tu boca,
nadar en el delta que olvidé;
darte la piel, las entrañas,
tomarte del corazón y guardarte
en el cofre de mis celos.
Me faltas (por Dios, cómo)
aun bajo la misma luna.
                                      280809.
Condo Machine.
(maquinatuyamianuestra)
 
Siento detenerse nuestro engrane,
esta lluvia de aguatiempo
colándose entre las pieles,
volviéndonos sonrosados peces.
Ayer cerraste la ventana,
y con la luz ausente
tu máquina la mía nuestra
aprendió el silencio de nuevo.
lucho por llenarlo con estos insectos.
Letras como las cuentas de un rosario
nadando en la fé de un solo hombre;
fé única, fé aislada, fé improbable
de un verde más bien pálido.
Fé a fin de cuentas, un repecho
a mitad de la caída,
un sistema de imposibilidades
condensadas en tu cuerpo “al dente”.
En ratos de nicotina duermo,
y en el sueño me repliego;
mirando azorado y con los pies helados
la insensatez de querer quererte.
Veinte millas, quince años,
mi inútil Vietnam contra la Vida
y una niña que sangra su miedo,
llame ya y obtenga dos ojos, laberintos.
Luego miro el desierto de mis brazos,
y reconstruyo la sal de tu saliva.
Vidente me veo, único y propio presagio,
a menos que cuente la plata en tu sien.
Y porque me sabes paciente
mantengo este aceite fluyendo,
mis ojos de camaleón turnándose
la máquina y la ventana.
No tardes mucho en abrirla.
Tienes hasta mi muerte.
                                      0909

No hay comentarios.:

Publicar un comentario