Iluso.
Este soy yo, dolorosamente sabedor de mi escaso tamaño pero ansiando las cosas enormes. Incrédulo como siempre, desconfiando del oráculo que me dijo que crecería; reacio a buscar el destino hasta no creer que realmente existe. Y no existe. Y sigue sin existir.
¿Dónde está la puerta, dónde la ventana sin pestillo?, increpo a los Antiguos, a Rao, a Atenea misma; ¿cómo salgo de esta cripta de entre semana, este pantano de ocho a dos y cinco a ocho?
Pretendo, aspiro a no sucumbir a la angustia. Hace mucho no sentía esta pesadilla viva de moverse y no avanzar. La definición de Paciencia se me emborrona mientras sumo horas inanes, y canas, y arrugas, y achaques. Y a la vez temo despertar de este sueño que se sueña viviendo, darme cuenta nuevamente que a la Ilusión se le han sumado letras.
Así que reciclo el aire con cuidado y maldigo entre dientes el calendario que acecha como tigre; soporto las burlas del día que se acaba; no hay más que tañer el reloj de arena una página a la vez, pisotear la clepsidra paso a paso; la vista fija en el espejismo, rogando por solidez, por luz reflejada, sonido cuadrafónico. Para comprarle un bonito capelo a este sueño de benadryl.
"Caught a lite sneeze,
Dreamed a little dream,
Made my own pretty hate machine". Tori Amos. Caught A Lite Sneeze.
Este silente océano.
No creas que no puedo acostumbrarme al silencio. He durado años con la boca cerrada. Crecí enamorándome y desenamorándome de mi propia voz, de los ruidos de una habitación solitaria, de la música en las tardes azules que se fueron para siempre.
A veces llevo tantas voces adentro que cuesta trabajo escuchar la propia. A veces el silencio es bienvenido. En otras ocasiones creo escuchar cosas que quiero oír más que nada en el mundo, y me entristece darme cuenta que he imaginado palabras, que he escuchado llamadas que nunca fueron, y que nunca fueron para mí.
Acaso en efecto mi nombre fue pronunciado y yo jamás lo noté. Sé que ha sido así, y lo siento. Ignoro si estoy pagando por ello, y me pregunto rabioso si así es como debe ser; si mi singularidad es una forma injusta de justicia y si no he ya saldado la cuenta. Y a eso no hay voz que conteste.
Así que como ves, puedo esperar por los murmullos lascivos, por las palabras tiernas, los reproches mohínos, la adorable y ronca música argentada de una voz elegida. Puedo esperar, porque no he hecho jamás otra cosa. Y puedo hacerlo en medio de este silente océano y el callado oleaje de sus horas y sus días.
Puedo acostumbrarme al silencio, porque ese es el color de mis noches.
Y en realidad, hace mucho ya lo hice.
"...Tal vez no hablar de más,
El silencio no es tiempo perdido". Soda Stereo. El Rito.