viernes, 24 de febrero de 2017

Espejismo de océanos en calma. Impaciencia y Silencio.

Iluso.

    Este soy yo, dolorosamente sabedor de mi escaso tamaño pero ansiando las cosas enormes. Incrédulo como siempre, desconfiando del oráculo que me dijo que crecería; reacio a buscar el destino hasta no creer que realmente existe. Y no existe. Y sigue sin existir.
   
    ¿Dónde está la puerta, dónde la ventana sin pestillo?, increpo a los Antiguos, a Rao, a Atenea misma; ¿cómo salgo de esta cripta de entre semana, este pantano de ocho a dos y cinco a ocho?
   
     Pretendo, aspiro a no sucumbir a la angustia. Hace mucho no sentía esta pesadilla viva de moverse y no avanzar. La definición de Paciencia se me emborrona mientras sumo horas inanes, y canas, y arrugas, y achaques. Y a la vez temo despertar de este sueño que se sueña viviendo, darme cuenta nuevamente que a la Ilusión se le han sumado letras.
   
    Así que reciclo el aire con cuidado y maldigo entre dientes el calendario que acecha como tigre; soporto las burlas del día que se acaba; no hay más que tañer el reloj de arena una página a la vez, pisotear la clepsidra paso a paso; la vista fija en el espejismo, rogando por solidez, por luz reflejada, sonido cuadrafónico. Para comprarle un bonito capelo a este sueño de benadryl.

"Caught a lite sneeze,
Dreamed a little dream,
Made my own pretty hate machine". Tori Amos. Caught A Lite Sneeze.




Este silente océano.

    No creas que no puedo acostumbrarme al silencio. He durado años con la boca cerrada. Crecí enamorándome y desenamorándome de mi propia voz, de los ruidos de una habitación solitaria, de la música en las tardes azules que se fueron para siempre.
   
    A veces llevo tantas voces adentro que cuesta trabajo escuchar la propia. A veces el silencio es bienvenido. En otras ocasiones creo escuchar cosas que quiero oír más que nada en el mundo, y me entristece darme cuenta que he imaginado palabras, que he escuchado llamadas que nunca fueron, y que nunca fueron para mí.
   
    Acaso en efecto mi nombre fue pronunciado y yo jamás lo noté. Sé que ha sido así, y lo siento. Ignoro si estoy pagando por ello, y me pregunto rabioso si así es como debe ser; si mi singularidad es una forma injusta de justicia y si no he ya saldado la cuenta. Y a eso no hay voz que conteste.

    Así que como ves, puedo esperar por los murmullos lascivos, por las palabras tiernas, los reproches mohínos, la adorable y ronca música argentada de una voz elegida. Puedo esperar, porque no he hecho jamás otra cosa. Y puedo hacerlo en medio de este silente océano y el callado oleaje de sus horas y sus días.

    Puedo acostumbrarme al silencio, porque ese es el color de mis noches.

    Y en realidad, hace mucho ya lo hice.

"...Tal vez no hablar de más,
El silencio no es tiempo perdido". Soda Stereo. El Rito.


viernes, 17 de febrero de 2017

Espejología diminuta. Para cuando se necesita ver un poco más allá de la nariz.



Espejología.

    
    A menudo los espejos no sólo sirven para verte, también para encontrarte. No importa que frecuentemente los odies, o les reproches que te muestren otro tú que los demás parecen no ver.
    
    Porque hay espejos amables y los hay horribles; así como otros te mienten y otros te revelan verdades que puedes o no querer mirar. Y así, hay muchas, muchas clases de espejos en el mundo, en tu vida y en tu tiempo.

     Hay por ejemplo, espejos en donde siempre serás niño, o joven; o ese adolescente flacucho con granos en la cara que, seamos honestos, llora incluso antes del golpe. U otros que te muestran cuán larga o corta será tu vida, dependiendo de si sabes y quieres verlo o no.

     Existen otros que sólo sirven para combinar los colores de tu ropa antes de salir. Espejos para verte como quieres que te vean. Espejos únicamente hechos para lavarte los dientes. Espejos para ensayar sonrisas falsas, para aprender a guiñar los ojos, probar peinados diferentes, para hacer el payaso, practicar tus besos, hacer bizcos y muecas. Espejos para odiarte y conmiserarte hasta que duela o deje de doler. Incluso espejos exclusivos para perdonarte; o plantarte delante, borracho perdido y lloroso, y contarles o gritar que la o lo amas, y preguntarles por qué no está contigo, por qué está con alguien más.

    Así es, en efecto: los espejos pueden ser caprichosos, amables, volubles, inmisericordes, veleidosos, indiferentes, compasivos, aduladores, incluso traidores.

    Pero hay algo que casi invariablemente puede ponerlos de tu lado. No es infalible, no siempre funcionará como magia. Sin embargo, a ellos les gusta. Y es ésto: de vez en cuando, sea o no necesario, sonríeles. No finjas, no mientas: ellos saben darse cuenta.

    Sólo levanta la vista o párate enfrente y sonríeles, sincera y desinteresadamente; como a tu madre, como a él o ella, como a un amigo de siempre. Verás que te tratará un poco mejor.


"Message keeps getting clearer
Radio's on and I'm moving 'round the place
I check my look in the mirror
I want to change my clothes, my hair, my face...". Bruce Springsteen. Dancing In The Dark.


viernes, 10 de febrero de 2017

Cosas pendientes: Pronombres, Temporadas, Alivios y una Fuga en el siglo XXI.

Monotemático.

    Esta sonrisa cada vez pesa más, y no sé de dónde brotan las fuerzas para mantenerla alzada. Extraño tanto la otra que tenía antes, la torcida y pletórica de cinismo, la que no estaba comprometida ni condicionada, ni daba o pedía nada.
    Ahora veo que mis instrumentos mienten, vuelo a ciegas y sin saber a dónde. Siento mi piel en hormigueo patente, mientras me vuelvo a difuminar al tiempo que me opaco y oscurezco, regreso a ser sombra.
    Mi voz comienza a fragmentarse y el volumen desciende con el mercurio en mis venas, y todo lo que salpica esta hoja son balbuceos monotemáticos; tú-tú-tú, resuena convirtiéndose en un latido que retumba más a cada metro y cada día que estás lejos.






    Bendíceme Frío, porque estoy aquí de pie, siempre de pie aunque mis rodillas fallen. Porque mis manos buscan otras para sostener, para calentarse, y sólo encuentran aire. Porque mi pecho arde como magnesio enloquecido que nadie puede ver.
    Bendíceme Frío, porque el calor me odia y me repele como a un hijo no querido, malformado; porque nací en tí y quizá muera en tu tiempo igualmente.
    Bendíceme Frío, para poder abrazarme en la ventisca o en la lluvia, o en el viento que corta el rítmico ondular del fuego. Porque tus brazos y los míos son todo lo que sé y conozco.
    Y así un día sácame de esta hoguera infame en que no me puedo consumir, que no quiere matarme por mucho que se lo ruegue y se burla con un rostro hermoso mientras agito mis grilletes.
    Rescátame Frío, y dame tu bendición, para ver belleza en la escarcha de mis sienes y barba, y ser un gigante con el alma helada que nunca supo amar ni debió hacerlo.





    Despierta la certeza titubeante: tal vez hoy estoy vacío, quizá he drenado el pecho de lo que lo hacía expandirse dolorosamente. O acaso he dejado ir una tristeza, o sólo sea auténtica resignación.
    Lo que sé es que por el momento los poros del alma están cerrados, frescos. Podría ser que esté saciado ese pequeño monstruo en mi cerebro, el que comía ilusiones perdidas, palabras nunca dichas de empalagosos infartos, miedos murmurados frente al espejo, fantasmas sonrientes o esquivos con miradas hermosas y pieles añorantes y tibias.






Fuga (Desierto Salpicado de Estrellas)

    Cierra la puerta, despacio, en silencio. No dejes que nos oigan huír, ni las palabras duras ni los ojos severos o heridos.
    Toma mi mano y vámonos: huye conmigo del día de ayer, de la rabia de hoy. Ilumina la noche y el camino con tu sonrisa, deja que nos guíen las luciérnagas en tus dientes.
    Quiero amarte y desearte lejos de las jaulas que nos ceñimos al amanecer, que cargamos sumisos al sol del mediodía, que nos impiden abrazarnos toda la noche; quiero dejar de ser del mundo y ser posesión exclusiva de tí.
    Huye conmigo adonde sí sopla el viento, al lugar donde el sol dora el alma, al reino de los árboles, al sueño nevado, al desierto salpicado de estrellas.
    Vamos a donde sea que yo no soy sin futuro. A donde sólo soy los brazos que te ciñen, a algún lugar donde podamos vernos sin los afeites del día a día. Escapemos al sitio en que la música habla de nosotros en presente y pretérito y futuro, a un horizonte donde siempre y hoy y nunca se confundan con nuestros ojos, con nuestro aliento y nuestros poros.
    Vámonos, huyamos, corramos. Antes que alguien más nos lleve de Nosotros.

"I like the way your sparkling earrings lay
Against your skin so brown,
And I want to sleep with you in the desert tonight
With a million stars all around". Eagles. Peaceful Easy Feeling.



viernes, 3 de febrero de 2017

Cinco años sin Judith.

Judith


   
    Desde que no estás el sentido de todo significa otra cosa. No tengo suficientes corazones donde poner todo lo que dejaste dentro de mí.
   
    Y no es necesario esforzarme mucho para verte flotando en memorias, pero a veces mis manos duelen en las palmas porque extrañan sentir tu rostro, a veces mis brazos se sienten demasiado largos y vacíos y el pecho se me hiela, porque ya no te puedo abrazar.
    
    He tenido que convertirme en muchos otros diferentes desde que no estás; aunque a fin de cuentas sea el mismo, imperfecto y algo socarrón; el mismo hijo que no podía siquiera imaginar el tamaño de la deuda contraída contigo, el mismo niño que sigue necesitando a su mamá. He cambiado porque sin tí el mundo y Dios y yo mismo somos otra cosa.
   
    Ver tu nombre escrito en el mármol, en papel, donde sea, es confuso. Porque es tu nombre, el de siempre; dice a la vez que estás aquí pero que te fuiste, porque la vida fluye en un sentido y en todos y en ninguno.
   
    Hay cosas inmutables, como fines con principios, y hay cosas infinitas. Tu amor y sacrificio y tu valentía discreta hacen de tu recuerdo lo inmortal, Judith.
  
   Te extraño; con sonrisas, con rabia, con dolor y cariño; te extraño con todo. Nunca dejaré de necesitarte; sin tí los golpes duelen más, las gripas son más largas, la soledad más espesa, los obstáculos más difíciles.

    Saber que yo te tuve tanto como tú me tuviste a mí es sin embargo motor suficiente; esa fuerza mañosa que nos hace andar -te hizo a tí, me hace a mí ahora-, a pesar de todo y precisamente por ello. La vida fluye en un sentido, y en todos, y en ninguno.

    Desde que no estás he tenido que aprender a vivir con y en tu ausencia, y por tu causa y por tu culpa, y con la mía. Pero también te sigo oyendo cantando quedito; y nos sonreímos en sueños a veces; y aun nos tenemos uno al otro; y aun nos hacemos reír y enojar. Aun eres mi Mamá.

    Te quiero, Judith.