viernes, 19 de octubre de 2018

Fábulas. Murmuro un deseo.

"...'Cause when the feeling's right, I'm gonna run all night.
I'm gonna run to you".
Bryan Adams.

Fábulas.

    Dices mi nombre y los ejes del mundo giran; la rotación cambiando la silueta de mi continente, mi país y mi isla rodeada de adobe solvente en tormentas.

    Tiendes tu mano; una afrenta franca y valiente a mi coraza hecha con un mecano y melodrama diluído. Y me haces sonreír por siete días consecutivos. A veces no me reconozco en el espejo.

    Sí; admito que me envalentonas a matar viejos dragones; que no quiero temer más a salir a la Luz aunque me prenda fuego. Deseo que las fábulas cobren vida; no más manzanas, no más piedras en el estómago.

    En los momentos en que te pienso, siento el magneto de las yemas de tus dedos, imagino conocer la fruta de tu boca. En la piel de mis manos asoma la pendiente de tu espalda.

    En tu voz atrapaste el conjuro que me ha derrotado siempre y lo disuelves entre lánguidos pestañeos deliberados. Bailamos flotando en un ritmo silencioso, las voces van y vienen, contando secretos, hendiendo nuestras barreras.

    Aun sin embargo, el corazón late otro nombre. No sé el peso o la medida del futuro.

    Digo tu nombre, y murmuro un deseo. "Sólo por una vez".

    La Luz parece esperarme.




Photo by Cherry Laithang on Unsplash

viernes, 5 de octubre de 2018

Budapest. Canta Victoria.

"... I've been here, silent all this years...".
Tori.


Budapest.

    ¿Eres tú, hermoso delirio, la razón de que Budapest sea incantable? ¿Es el pelo rojo y los ojos verdes; es la boca que sueña y hace soñar? ¿O es tu canción, el ácido dulce, el amor como un bosque de invierno para perderse y morirse en él? Dime por favor que sí...

    Dime cantando y tañendo cuerdas que he cambiado y que sé lo qué hacer. Canta que mis manos y mis ojos están en el lugar correcto; que la sangre circula de nuevo hasta el fin de los días. Canta que esta vez veo y oigo, y que la piel puede volver a confundir frío y calor.

    Canta diciendo que ahora será diferente, que puedo empezar a estar vivo de nuevo. Haz que el espacio vacío torne a la voz, a la imagen y el ícono que jamás se desvanecerá, de manera que lo adore día y noche en la capilla de los días.

    Canta Victoria, Myra de los ojos claros; porque necesito mil canciones más para decir palabras, para armar el rompecabezas que me derrota siempre. Y enséñame cómo juntar las nubes con las piedras y los conejos, cómo pintar ciudades grises de azules sombras. Bésame otra vez y otra; hasta que mi lengua comprenda los sabores y articule sin miedo las dos palabras prohibidas; y el nombre que me droga al pensarlo y combinarlo con los ojos, con la sonrisa, con la posible suavidad de la piel deseada.

    Y si nunca vuelvo a Budapest, que sea porque el amor me ha abducido. Todo estará bien mientras oiga tu voz.