viernes, 25 de diciembre de 2015

La Verdad entre los Días, parte 2. Donde el Lobito sigue aullando a una Selene cuadrada, por supuesto en vano.


La Novia Etérea.
 
Mi novia se fue,
se hizo moonie,
se evaporó,
se fugó con el circo,
es capo de la mafia
y defraudó al fisco.
Mi novia murió,
se mató, se piró,
se cortó y vomitó,
no salió del quirófano.
Se estrelló con James Dean,
disparó con Cobain,
se quemó como Jackson
y como Janis también.
Mi novia no existe
no fue, no es, no se;
no me dice ni me hace,
ni siquiera me lo hace.
Mi novia es un hada,
una momia, un pitufo,
es Natalie Portman
envuelta en Democracia.
Mi novia no es bonita
ni guapa ni está buena,
no es modelo ni puta ni esposa de nadie,
no es nada,
no es nadie;
namos…
Ni siquiera es mi novia.
                                      240709.
 
 
 
Quédate Quieta.
(Penélope y La Kaaba)
 
Quédate ahí mientras me construyo,
mientras busco el qué y el cómo
y los convierto en para ti.
Quédate quieta y no desesperes,
que no soy el alquimista
ni el hombre del Fedora,
no se usar la Fuerza
más de lo que me usa a mí.
No vayas tan deprisa,
al fin y al cabo
ya tienes más camino que yo.
No te vayas ni aunque me pierdas de vista,
quédate,
y sé después dueña, dictadora,
Emperatriz, diosa,
Carrie o Natalie,
no me importa.
Pero quédate, aguarda,
teje los años futuros
en lo que mato dos o tres
mil troyanos.
Quédate, espera por mí,
te imploro que no me hagas rogar.
¿Cómo voy a volver a dónde sea
si no se dónde pisas,
si no se dónde eres el norte,
si te llevas la Kaaba entre tus senos?
Por eso espérame, quédate ahí,
quieta por siete días;
voy, creo un mundo y regreso,
para que hagas la luz.
                                      130809.
 
 
Al Otro Lado Del Segundo Perdido.
 
Llueve en tu sueño y mi vigilia,
y el diluvio se une a tu humedad
y yo ansío frescura en las manos.
El viento te lleva mi sorda rabia
y cada violento latido que lato impasible,
el lento compás de mis labios en tu lunar.
Cada trueno y relámpago explican
el miedo a un tiempo que no tenemos,
el vacío de un futuro en tu cuerpo,
el invisible llanto hemático por ti.
La luna es un satélite verdadero,
tuyo y mío y sirve
para no morirme del veneno de tus ojos,
para no deshidratarme
bebiendo tu ausencia de siempre.
Me faltas (ay, y cómo):
Estoy trozado,
soy un rompecabezas eterno y tu eres abismo
y no tengo manos, boca, vientre
ni tu alma llenando el espeso hoyo negro
que se llevó tu luz de mis ojos.
Quiero doblar el universo y encontrarte
al otro lado del segundo perdido,
comenzarnos de nuevo
a partir de tu boca,
nadar en el delta que olvidé;
darte la piel, las entrañas,
tomarte del corazón y guardarte
en el cofre de mis celos.
Me faltas (por Dios, cómo)
aun bajo la misma luna.
                                      280809.

viernes, 18 de diciembre de 2015

La Verdad Entre Los Días. (Parte 1). Ahora sí, pongámonos personales.

Al leer ésto, sabrán que de alguna manera estoy fuera de mi elemento. Sin embargo, éste es el formato en que operan en mí estas cuestiones generalmente, y bien, es lo que hay. Posteo esta serie de... no sé como llamarlas, quizá cosas-no-cosas, no-poemas, reflexiones, realmente ignoro lo que son, simplemente por capricho y porque tengo muchas ganas de verlas aquí. Originalmente están destinadas a alguien y a su manera cuentan una historia, pero he borrado nombres directos y demás alusiones porque en realidad lo que importa es, como siempre para mí, el resultado y la cápsula de tiempo. Aquí la forma lo es todo, y tanto, que es tiranía. Al mal paso dicen, darle prisa...


Eureka (Por y para A.)
 
Sentirte es un lento vaivén,
mareo de tenerte.
De oírte,
de verte.
Estoy fascinado de pensarte
bailando en mi cabeza;
revolviendo mis neuronas
con el tiempo, mi memoria.
Como tenerte en los brazos de la mente
y luego no saber qué hacer,
ni con ellos, ni contigo.
Así que busco en los cajones
de las notas
y las letras
y me flagelo suavecito:
“No me hagas cerrar otra puerta”.
Estoy fascinado de sentirme
revertido;
la cabeza a ras del agua
y aun así sintiendo sed.
Y allá estás, construyéndote,
reinventándote
y muy posiblemente
dejándome atrás.
Pero he tomado la decisión
de ser otro
y no ser
como los otros que fui antes:
puedo nadar para siempre.
Si algún día el agua dulce
me llega a la boca
beberé
y serás bebida
y serás bien libada.
Si floto para siempre
que así sea, pero no esperes ver una balsa.
Mi amor también se rige
por el Principio de Arquímedes.
                                               23/07/09.
De La Nula Gravedad.
 
Esto no es poesía.
Estos son mis ojos vacíos,
vaciados.
Huídos.
Esto es un hoyo en el pecho
de un hombre que no puede serlo.
Esto es el eco de mil bocas
que nunca supieron a azúcar o limón,
o cigarro, o cerveza.
Es la crónica de un beso
diluído.
Marchito.
Corrosivo.
Indeleble.
Es el roce cotidiano,
arriba.
abajo;
Un ritual obsceno y delicioso,
exorcismo pop
que evoca y humilla
el origen y la muerte lenta.
Esto no es,
no puede ser un poema,
Porque no hay poesía en vivir,
ni la hay en amar;
esto es un maullido,
un gruñido sordo,
un estertor eterno
que tirano y megalomaníaco
te impongo a ti
y a todos los demás.
Así que no leas esto
esperando unicornios o revoluciones,
o mares de sudor y semen,
princesas tristes
o rimas arjónicas
porque esto no es poesía.
Esto es en realidad
el recuento de una caída libre,
sometida sin embargo
a tantos rescoldos,
al esperar
una raíz,
una piedra,
unos pechos,
unos ojos o cualquier cosa
que anule la gravedad.
Esto no quiere ser poesía.
Esto quiere sangre
y quiere sudor
y quiere ser la sustancia,
la receta de las pesadillas.
Esto quiere ser navaja.
Esto quiere ser revólver
y una boca enferma,
una sonrisa de novela negra
viajando por unas medias o un liguero.
Esto quiere ser yo, contigo.
Pero no puede ser.
Porque eso…
Eso sí que sería poesía.
                                      29/07/09.
 
Pago Mis Deudas. (Para Katya.)
 
Me envuelvo entonces en tu silencio
deshojando la paciencia;
Te espero en mis sueños.
La revolución de mi alma debe continuar.
Mis ojos se duermen,
quince días, diez horas, un minuto
y quince años quince mil
enhebrando tu sabor
e hilando el triunfo de tu cuerpo,
la derrota del reloj que llevo en el pecho.
Pago mis deudas pero preferiría
una libra de carne
a esa ventana llena de luz,
vacía de tu nombre.
Me sentaré y diré mañana
aunque tome mil cigarros,
aunque el tiempo nos rebase otras quince veces,
aun a pesar de ti
y de tu risa en otro mundo.
Te lo debo.
Pago mis deudas pero preferiría
tuyos carne y reloj,
tuyo yo,
tú y yo.
Te siento en mis compases
y me diluyo inmóvil
en el agua que nos separa.
                                      010809.
 
Continuará.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Fue hace algún tiempo, pero no tanto como parece, que entré en contacto por primera vez con la obra del llamado Gran Maestro del Terror, mejor conocido en los círculos terrenales como Stephen King. O viceversa, no estoy muy seguro. Después de no mucho cavilar, llegué a la aparentemente sana conclusión de que era... demasiado adolescente americano. Por aquel entonces, obviamente (?) el fantasma de la "Literatura Seria" de mi educación media superior, donde Dios se encontraba encarnado en García Márquez e Isabel Allende era la nueva estrella, aun rondaba los pasillos y arruguitas en mi juvenil cerebro.
Entonces, a instancias de una amiga muy querida, y más aun por ello, tuve a bien leer Firestarter. La sabiduría popular declara tajante que "es de sabios cambiar de opinión" y de igual manera nos conmina encarecidamente a jamás decir: de esta agua no beberé. Y aquello de nunca digas nunca, creo que el punto es evidente. La epifanía estaba oficialmente declarada y el segundo sujeto de mi Trilogía Patronal había llegado a su destino. El viejo Caballero Xenófobo de H. P. L. avisó que llegaría fashionably late, pero la suerte estaba, como dicen, echada. Y para bien o para mal, el señor King se convirtió en mi personal Maestro del Terror.
Toda esta diatriba viene a colación precisamente con la idea central de esta semana. Teniendo como he el obsceno hábito de revisitar mi biblioteca, que consiste básicamente en aquellos libros considerados clásicos juveniles, casi todos los tomos de la ochentera colección Horror de Gran Súper Terror de Roca, Poe en ambos idiomas, Mary Shelley, Anne Rice, et cétera, Y Stephen King en varias modalidades, he añadido además el formato digital. Lo cual significa prácticamente los mismos autores arriba citados, más otros no referidos, pero leídos en mi tablet.
Entre esos libros hay una enorme dosis del habitante favorito de Maine, uno de ellos el hasta ahora inexplorado Night Shift. En donde aparece precisamente el objeto de reflexión que me ocupa en este preciso instante, esa sana dosis de autocomplacencia llamada: El Prefacio.
En pocas palabras, el Teacher acapara la atención del lector - entiéndase Yo- que, dicho sea de paso, ya tenía y ofrece una breve cátedra-diagonal-justificación sobre lo que algunos tenemos la osadía de llamar Literatura de Terror. Nos dice, e intentaré ser breve a riesgo de ser impreciso, cómo esas dos figuras de sombras, la Muerte y el Miedo, han sido abordadas por los Grandes Literatos Serios, y cómo éstos se colocan en el lado racional. Asimismo declara desvergonzadamente que aquellos que en efecto se dedican a la prosaica tarea de forzarte a "ver el accidente carretero", se ubican en la frontera entre realidad e irrealidad. Suspensión de ella, damas y caballeros, he ahí según mi humilde -mejor dicho, paupérrima, acaso lumpen proletaria- experiencia causa del Efecto Unico y Singular del que el Maestro Poe hablaba. Entre línea y línea, King me explicó, no sin hacerme sentir decepcionado de mi esfuerzo, la mecánica del Miedo y su necesidad de habitar en un entorno interesante. O en Español, que la historia debe ser interesante e intensa para ser efectiva.
Y he ahí el asunto. En mis intentos hasta ahora hay muertos a granel, caray, como si los regalaran, pero me he puesto a dudar de mi capacidad para inspirar verdadero terror. ¿Es el Terror lo mío, o me veré forzado a por siempre contar historias aburridas de vidas insignificantes hundidas en lo gris? Misma Bati-hora, mismo Bati-canal. Resolvamos el misterio.