Esos días de desconcierto han vuelto
con un aguijón semiautomático;
la armadura falló y de repente ignoro
la vía fácil para huír de las feromonas.
Me duele saber que las razones
están en tus ojos, y no tener
tu boca
para anular la gravedad.
Pienso tu nombre para exorcizarla.
Vuelve con tus ojitos tristes,
vuelve con el lunar,
regresa un poquito cada día y dame
el salvavidas de tu distante beso.
No permitas que ella me deje
pendiendo de las hebras grises,
roto con las grietas de mis ojos,
muerto de verdad en mis cuarenta años.
Sabes que no tienes que quererme,
sólo apretar lo que te dí a guardar;
ser el espejismo que me atraiga;
ser mi afónica, mi dulce Polly.
Prefiero aullarle a tu luna fría,
prefiero rascar en tu puerta
que jugar a ser mi padre
o aprender a respirar compasión.
Foto por NASA en Unsplash.