viernes, 16 de marzo de 2018

Un Poco Más Gris. Todo lo que veo.

Un Poco Más Gris.

    Y así quizá, comienza la pendiente; con el tanque a medio llenar: el vacío de lo que quise y lo demás, insospechado. El Dr. Jones dijo que "no es el modelo, sino el kilometraje", y quizá tenga razón; pero, o yo no he andado tanto, o no puse mucha atención al paisaje. Sin ser una tragedia en forma, me difumina el avellana de los ojos el que la muerte esté tan cerca y haber vivido tan poco.

    Sin embargo, ¿cuándo ha estado realmente lejos?

    Y si la Inmadurez ha perdido su efecto salvador tengo siete notas siempre entre manos, y viejos cantos porfiando a gritos o a gemidos.

    Si la flama ardiendo dentro permanece intocada, aun tengo rostros que amé en el pasado; nombres santos que invocar en murmullos, sombras y siluetas y montañas y valles con los que seguir soñando en la memoria.

    Si esta extraña corriente en mis nervios es remanso o sólo pausa lo ignoro, y asimismo si despertaré de ella. No puede importarme.

    El mundo acaso realmente sea un poco más gris, pero ¿para qué echar en falta lo que nunca tuve, ni he tenido?

    Todo lo que veo es mío.

sábado, 10 de marzo de 2018

La Distancia Exacta. Fotografía en el alma.

    Contamos memorias al compás de una cerveza, sonriendo porque la balanza pesa más del lado que debe. Siento los ojos llenos de ti y apenas contengo la mano que quiere acariciar tu mejilla.

    Qué bueno es verte y dejar que tu voz abra el álbum; darme cuenta que te extraño y ver que este carrusel de nosotros aun funciona. Algo prende por dentro y al recordar su nombre, que es cariño, reluce detrás de mis dientes.

    Te quiero, aunque hayas sido agua en mis manos; aunque te haya visto brillando de amor infantil y haya sido indiferente; aunque los años como olas sean un vaivén demasiado familiar.

    No sé si aun recuerdo lo que me diste en años más tersos; no sé si no quiero o debo, o si tendría un propósito hacerlo. Tal vez aun haya un sabor, una textura; tal vez sólo sea una fotografía en el alma. No importa, no cambia nada.

    Te quiero porque vuelves como un discreto cometa; porque soy una especie de secreto tuyo. Porque supiste sobrevivir. Porque eres la única e indiscutible.

    Te quiero porque no hay otra forma de quererte más que esta ternura súbita y desconocida que debo guardar adentro. Y también porque conoces la distancia exacta entre nosotros.

    Tal vez algún día besaré tu frente y te diré un secreto.

viernes, 2 de marzo de 2018

Sunken Couch Blues. Canta sobre mí.

Sunken Couch Blues.

    Cántame una canción que devuelva la luz que he perdido; que tu voz acalle el martillo en mi pecho otra vez.

    Canta sobre un hombre parecido a mí, pero con los brazos llenos; cántame sobre un mundo diferente donde él sí escuchó las palabras que pintaron una mejor acuarela que esta; una donde al menos un beso fue real.

    Y haz una melodía de azul brillante que difumine el negro perenne; que llene el hueco donde vive el silencio.

    Canta suavemente, y deja que tu voz serpiente sea una horca de seda en mi alma; que ate las horas a la cabecera de una vida vacía como nunca. Quiero oírla reptar entre metales, subir por el contrabajo y mirarme a los ojos.

    Canta por favor; no quiero rogar más de lo habitual, no puedo seguir escuchando el pulso en mis oídos y saber que vivo, aun sin la canción que oía antes.

    Cántame para olvidar que me muero cada vez que espiro; que la vida es más órbita que círculo. Borra esta tristeza que se pega a mi piel y me viste por la noche con tonos cada vez más grises.

    Y canta sobre mí; sobre el sillón hundido y mis átomos decayendo; sobre mis ojos vacíos que revelan secretos a regañadientes; sobre mi sonrisa resignada; los sueños inútiles, el insomnio, la vigilia, la eterna cuaresma de mi cuerpo.

    Haz notas con las mentiras que cuento al espejo cada mañana.

    Canta, y cantaré contigo porque el silencio ya me dura demasiado.

    Canta y finjamos que incluso podría ser feliz.




Photo by Ed Robertson on Unsplash