Contamos memorias al compás de una cerveza, sonriendo porque la balanza pesa más del lado que debe. Siento los ojos llenos de ti y apenas contengo la mano que quiere acariciar tu mejilla.
Qué bueno es verte y dejar que tu voz abra el álbum; darme cuenta que te extraño y ver que este carrusel de nosotros aun funciona. Algo prende por dentro y al recordar su nombre, que es cariño, reluce detrás de mis dientes.
Te quiero, aunque hayas sido agua en mis manos; aunque te haya visto brillando de amor infantil y haya sido indiferente; aunque los años como olas sean un vaivén demasiado familiar.
No sé si aun recuerdo lo que me diste en años más tersos; no sé si no quiero o debo, o si tendría un propósito hacerlo. Tal vez aun haya un sabor, una textura; tal vez sólo sea una fotografía en el alma. No importa, no cambia nada.
Te quiero porque vuelves como un discreto cometa; porque soy una especie de secreto tuyo. Porque supiste sobrevivir. Porque eres la única e indiscutible.
Te quiero porque no hay otra forma de quererte más que esta ternura súbita y desconocida que debo guardar adentro. Y también porque conoces la distancia exacta entre nosotros.
Tal vez algún día besaré tu frente y te diré un secreto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario