lunes, 25 de febrero de 2019

Linterna. Sueños de nieve blanca.

Linterna.

    En esta oscuridad, esta neblina de sonido borroso, miro los días pasados con atención resuelta. Sueño sueños de nieve blanca; de suave carne del color de las rosas; una boca de húmedo y dulce veneno.

    Espero, ya por fuera de la esperanza; cansado de augurios y advertencias, velos y gasas. Desprecio las huellas de mis pasos erróneos que van de la posibilidad del amor a esta obstinación dolorosa.

    De regreso en este limbo azulado, con el corazón y sus grietas en una mano, ansío más recuerdos futuros del cuerpo; más fotografías en el alma; la promesa incrédula de alguien a quien descubrir.

    Estoy aquí, postrado en este extrañarla; ignorante del barómetro de su memoria y deseoso de luces y sonidos, centímetros, colores, gramos; esos dedos de nieve en mis toscas y torpes manos calientes.

    Flagelado y penitente.

    Huraño y resentido.

    Perdido, con una mancha gris dentro del pecho; necio en la música que no es, que no será, y que podría ser mía y suya.

    Nadando adelante y atrás en el Orgullo Rampante de largos dientes como barrotes, como balsas; laminado en membranas de certeza que disimulan los rasguños en el pecho.

    En esta oscuridad, donde todo recuerdo sobreviviente lleva su nombre, quiero asesinar al Tiempo futuro. Arrojar la distancia al desagüe. Dejar la piel de mis rodillas en el asfalto hasta donde está, y ser el más abyecto de los Desheredados del Rey a sus pies.

    Si tan sólo supiera hacia dónde dirigir la linterna.




Photo by Darius Cotoi on Unsplash

miércoles, 13 de febrero de 2019

En Este Silencio. En Venganza.

En Este Silencio.

    Quiero que sepas que te quiero.

    Aun en este silencio estás tatuada en la vigilia; es tu voz en cada canción; es el olor de tu pelo; son tus manos frescas.

    Te quiero; en las reacias lágrimas agolpadas tras los ojos.

    Invoco tu voz en cada pausa, siento tu cuerpo al esquivar tus fotografías.

    Te quiero, contra toda Esperanza fallida y deficiente; contra el Destino en el cual no creo; contra el instinto tiránico de saber que tú no sabes cuánto te quiero realmente.

    Y te querré por siempre, hasta que sea una sombra intocable que te quiere; mucho después de olvidarnos amaré tu húmedo beso.

    Te quiero, ahogado en nuestros defectos y desencuentros. Te quiero en tu crueldad inconsciente que ignora cuánto me dueles.

    En tu miedo inconfesable de temer ser amada.

    En tu orgullo de fuego destructor, magnesio meticuloso.

    Te quiero y te extraño tanto que adoro tu olvido, y evito arruinar tu día perfecto con mi cariño demente y torpe y balbuceante.

    Tanto que me muero doblemente, de la vida y de tí.

    Que si nunca te vuelvo a ver, amaré tu ausencia en tu lugar.

    Te quiero para siempre, aunque hayas dejado de ser tú para ser sólo lo que quiero más que nada; a sabiendas que odiarás cada centímetro y segundo del quererte;  obstinado en quemarme el alma en la fiebre de esta rabia.

    Porque jamás admitirás el miedo que finges ocultar.

    Porque volteas tu cara a favor del viento cuando este te afrenta.

    Porque puedes decirle al mundo que me extrañas, pero no eres tan valiente de decírmelo a mí.

    Porque subestimas mi miedo, que siempre fue el motor de mi amor, y mi arma más eficiente.

    Te quiero en venganza por decir que me olvidabas, queriendo decir que Me Querías.




Photo by Scott Umstattd on Unsplash

viernes, 1 de febrero de 2019

"Héroes". Una gema engarzada con cariño.

"Héroes". Una gema engarzada.

    La verdad es que cuando alguien me dice: "El cover es mejor que el original", esas palabras adquieren tonos de afrenta personal. El caso que viene a la mente más comúnmente bajo este desconsiderado conjuro es el de "Sweet Dreams (Are Made of This)", (Eurythmics, álbum homónimo, RCA Records, 1983). ¿Cómo carajos puede alguien olvidar esa especie de andrógina dulzura new wave de Annie Lennox, a favor de la faramalla vocal de Marilyn Manson? Ello no implica que la segunda versión sea mala, lo que provoca la disrupción del respeto a la integridad física del interlocutor es la negación del mérito del original. En lo personal, ello equivale a decir que "la película es mejor que el libro", cosa que ni Kubrik mismo pudo lograr, ¿queda claro?
   
    Así, vino esta reflexión mientras bajo la ducha hacía gárgaras, acompañando la versión de "Heroes" de la tan legendaria como extinta banda/Supergrupo Argentino, Fricción; agrupación legitimada en las memorias de un cuarentón melómano por contar entre sus integrantes -antes de la mencionada grabación-, al Profeta Cerati.
    
    Y es que además del mérito propio (música de inspiración new wave, con letras frecuentemente introspectivas que harían -e hicieron- las delicias de un adolescente atrapado en sí mismo), se necesita un valor metafóricamente ovoidal de proporciones respetables para, no sólo coverear a uno de los pilares del Rock actual, sino además traducirlo al Castellano. En México, a lo más que llegamos fue a intentarlo con Little Richard, Chuck Berry, Jerry Lee Lewis y... yo que sé, Toni Basil, Culture Club... y todo eso no terminó bien en términos generales, aunque a mí me parezca respetable la intención.
    
    "Héroes", (recuperada en Para Terminar, Interdisc, 1988), -versión Rock En Tu Idioma de Fricción-, llegó a mi psique antes que "Heroes" (del álbum Heroes, 1977, RCA); oficialmente una década después de saber quién era David Bowie, y alrededor de un lustro después de "Let's Dance" y "China Girl". Desde luego, teniendo en cuenta la Divina Omnipresencia del Gran Duque Blanco, merced a "Space Oddity": esa música que ni sabes que has escuchado, como Fresh Aire o Mike Oldfield. O Beethoven y Tchaikovski, para el caso. Para un adolescente sondeando las aguas de su propia patología, o ya nadando en un mar embravecido de hormonas con efectos similares a la Manía Depresiva -era la segunda mitad de los Ochentas, así que la corrección política del término Bipolar no aplicaba aún-, el impacto inicial aunado a los previos recibidos del Rock En Tu Idioma, fue considerable; pero evidentemente, cuando llegó el momento de abordar la obra original de David Bowie la comprehensión fue... exponencial. Bowie, a fin de cuentas, trasciende Tiempo y Espacio; su disfrute omite el respeto de género y raza, y para efectos prácticos no atiende a las Leyes de la Física.

    Sin embargo, creo con fiereza subjetiva que la versión de Fricción tiene un encanto particular, que supera en buena medida a un cover posterior, el de The Wallflowers, acaso injustamente enmarcado en la banda sonora del Godzilla finisecular (Godzilla, The Album, Epic Records, 1998).
  
  El Tiempo y la Indiferencia empero, han erosionado ambas reinterpretaciones. Sólo el romance épico de Bowie prevaleció en la memoria colectiva. Y aun, algunos conservamos aquella gema de 6:27 kilates, engarzada con cariño en los cajones más visitados de la Memoria.