domingo, 31 de diciembre de 2017

¡Feliz Año Nuevo!

    Antes que el tiempo siga su curso predeterminado, y se desate lo que deba: 

    Que esta noche lave todo aquello que manchó, o que oscureció.

    Que las luces que ya encontramos brillen aun más fuerte, y nos ayuden a encontrar otras.

    Que la soledad sea una amiga más, y que nos enseñe quienes somos, como sólo ella sabe hacerlo.

    Que kilómetros y días sean milímetros y segundos.

    Que las almas de aquellos que amamos sientan aun el calor.

    Que "amor" deje de ser una palabra y tenga un significado, un cuerpo y un rostro.

    Que mantengamos la guardia inflexible ante lo Malo, y una mano abierta y tibia lista para lo Bueno. Que sepamos verlos como tales.

    Que el dinero abunde, y sirva su propósito, pero que no se convierta en propósito por sí mismo.

    Que los sueños y los ideales se alimenten del día, que maduren en Vida y crezcan para contener más sueños y más ideales.

    Que la enfermedad nos tenga más miedo del que tenemos nosotros.

    Que el dos mil dieciocho no sea el Mejor Año de Nuestras Vidas, sino sólo uno más de los Mejores.

    Gracias a todos los que donan un breve momento a este espacio, a este Cánido Insípido Despelucado y a los delirios de un Servidor.

    Tengan un muy Feliz Año 2018.


Con afecto y agradecimiento:

Juan Manuel López.




Photo by NordWood Themes on Unsplash

viernes, 22 de diciembre de 2017

¡Feliz Navidad!


¡Hola!

    Por supuesto que tenía otro par de ideas para esta entrada. Pero no.

    Y no es que desee arruinar las Fiestas, todo lo contrario; sin embargo hay en el viento un olor a días aciagos, o solamente difíciles.

    En lo personal, las cosas se me ponen complicadas, incluyendo hallar el tiempo para sentarme ante esta "página" y dejarme llevar. Pero como una excepción, no estoy para contar ni ustedes para saber.

    En un plano general, nacional, mundial, puede costar trabajo seguir haciéndose a la idea de que todo, o algo siquiera, está bien. Las apariencias engañan, y lo hacen con habilidad y singular, malévola alegría.

    Pero debo insistir en recordarnos lo que más importa: que la Vida tiene un curso, y este no siempre es lineal. Sigo, como siempre, viéndola como un camino. Y hay muchas, muchas cosas buenas y malas a lo largo de él. Lo más importante es tener alguien, quien sea, a nuestro lado incluso si no es todo el trayecto. Eso que cuenta, eso que más importa, es lo que dejan en nosotros, bueno y malo.

    Es mi deseo y del Chucho, que todos sepamos encontrar ese o esos alguienes, y que junto a ellos veamos el lado bueno incluso de los momentos difíciles, de los lapsos de soledad, de obstáculos y tragedias mayores y menores.

    Que esos viajeros: familia, amigos, compañeros de una u otra naturaleza, nos brinden la oportunidad en esta temporada particularmente, pero también mientras estemos caminando y en cada etapa, de sentir la calidez y el Amor, la compañía, la complicidad, el apoyo, el Cariño, la fuerza.

    Que el breve tiempo que nos queda de este año esté lleno de Paz y de Alegría.

    Pasen por favor unas Felices Fiestas, es mi (nuestro) deseo.

    Awoo.

¡FELIZ NAVIDAD!



Photo by Davidson Luna on Unsplash

viernes, 15 de diciembre de 2017

Amargo. Caer, peleando.

Amargo.


    A veces sólo es un cansancio involuntario; si bien gradual, casi siempre sorpresivo en su llegada. En ocasiones también es la resaca del insomnio, esa especie de herencia de sangre y de carácter.

    En otros casos, sospecho que también es la gravedad tirando de los años, o la densidad del silencio que acecha en los rincones de mi propiedad.

    Admito sí, que quizá también sea la ausencia de otras manos en las mías, o de un abrazo más elocuente que un millón de canciones, más tibio que un resol de invierno. El vacío siempre presente de un cuerpo de densidad indiscutible ceñido al mío.

    Ya no me detengo a leer facturas por pagar de la vida: sé que la deuda es mutua, que nos hemos despojado ambos de mucho, que nos hemos regalado también sin dudar un segundo.

    El "pero" siempre está ahí, la objeción siempre disponible. La consigna siempre, siempre y para siempre, será caer peleando.

    Sé, sin duda alguna, que la resignación no equivale a la conformidad. Renegaré y rezongaré, y rezumaré veneno veladamente porque la Resignación es ciertamente una vieja amiga, pero el Conformismo y yo tenemos una inmortal rencilla. Y todo esto lo voy a hacer con una sonrisa torcida, y a veces repelente.

    Tú me ves amargo, me escuchas renegar girando los ojos. Quizá nos riamos juntos al principio, pero eventualmente te cansarás. Ahora lo entiendo. Y me divierte, porque ignoras que callo más de lo que reniego. No sospechas siquiera lo profundo que es el pozo de mi paciencia, o lo fresco de su agua.

    No me disculpo, porque pasé años disculpándome de obra y palabra.

    No cejo, porque una vez me rendí y no recibí garantía alguna.

    Descubrí que la risa es el escudo más ligero y resiliente, el arma más afilada.

    Así, comienza con el cansancio, continúa con la desilusión. Las dudas quizá me paralicen un tiempo, porque son el curare de mi alma. Soy nada más que humano, y un poco más defectuoso que el común.

    Pero siempre busco la risa, siempre minimizo el daño. Me guardo mucho, para que se disuelva en el agua regia del humor.

    Y entonces me mandas callar.

    Y en seguida, estás más lejos de mí, al menos un milímetro.




Photo by Lauren Mancke on Unsplash

viernes, 8 de diciembre de 2017

Una Vida, Una Vez, No Basta. Cuentos de una sinapsis a otra.


Una Vida, Una Vez, No Basta.

    Despertar es escapar o perder. Unas veces es angustia; las manos vacías y el calor de unos brazos o una piel o solamente un cuerpo tibio que se desvanece con la consciencia, quizá para siempre. Otras aun es el alivio de los fantasmas ocultos en los pliegues de la materia gris; de los dolores infinitos que se guardan inconfesados en el pecho.

    ¿Qué objeto puede tener el querer apresar un sueño? Si es sólo un cuento contado de una sinapsis a otra, o una vida mínima que sucede mientras duermes... Mucho menos que un momento, pero igualmente susceptible al olvido.

    ¿Qué pueden importar esos retales, o parches de fatua locura?

    Esa mujer que quizá incluso ames no te abraza realmente, juntos los dos en el sofá.

    Aquel cuerpo terso, aquella piel húmeda, nunca tiembla en tus manos; jamás sientes de verdad la magia de su mutua fricción.

    Ni por asomo dejaste el suelo en realidad; no fuiste perseguido por una bestia invisible o bañado en el brillo de cien sonrisas amigas.

    Tu Madre ausente no te respondió porque su voz ahora sólo la llevas guardada por dentro.

    Entonces, ¿para qué soñar, o para qué recordar los sueños siquiera? ¿por qué no sólo dormir, estar sin ser; tibiamente perdido en la Amnesia de un cerebro en standby?

    Quizá sea que sólo vivir no es suficiente.

    Tal vez, abrazar un secreto amado sea inesperadamente necesario. O acariciar de nuevo un rostro que se ha ido. Entregarte desnudo al viento. Correr con tu vida como premio o casi morir en una mentira de tu mente y tu alma.

    Sólo tal vez, una vida, una vez, no basta.




Photo by Andrew Neel on Unsplash

viernes, 1 de diciembre de 2017

Propio. Todo lo que tengo.


Propio.

    Ahora que me sé de mi propiedad, quizá sea más claro el qué hacer conmigo. Aun a pesar de tanto querer llevar la marca de alguien más.

    Mil y una frases cursis vienen a la mente; promesas de absurdo tinte eterno; hipnóticas sesiones de exploración de irises.

    Qué lejos están mis fronteras, y qué solo está el camino a ellas.

    Y en serio, de verdad quisiera -a veces-, ser ése otro que mi dueña de facto esperaría, pero es que soy tan necio acerca de ser yo mismo...

    Ojalá conociera las pociones, y las fórmulas lingüísticas del encantamiento, o el susuro idóneo en el preciso instante que el segundero golpea. Los pasos del pavorreal. El rugido indiscutible del león en celo. No es así. Nunca ha sido. No sé si acaso hay un día para ello en algún calendario perdido.

    Todo lo que tengo es estas manos apenas útiles; estos ojos insomnes que esperan con paciencia indomable a verla algún día. Y un corazón con fugas, agrietado, casi reseco dentro de un pecho golpeado, a veces por mí mismo, y a veces por alguien más. Todo lo que tengo soy yo.

    Y soy mío, amo y señor renuente. Me guardo y conservo en el frío. Me doy mantenimiento en el verano nublado, en la húmeda canción del xilófono de la lluvia. Me cuido, frágil como una planta hambrienta; maleable como una joya con partes rotas.

    Estoy ecstático y enfermo; ebrio de una libertad sin propósito ni motivo visible.

    Preso dentro de mi piel, maniatado por la carne debajo, atado a los huesos; perdido en mí, nada deseo más que ser hallado y llevado.

    Y solamente morir siendo de alguien más que yo.





Photo by Matthew Kwong on Unsplash