Amargo.
A veces sólo es un cansancio involuntario; si bien gradual, casi siempre sorpresivo en su llegada. En ocasiones también es la resaca del insomnio, esa especie de herencia de sangre y de carácter.
En otros casos, sospecho que también es la gravedad tirando de los años, o la densidad del silencio que acecha en los rincones de mi propiedad.
Admito sí, que quizá también sea la ausencia de otras manos en las mías, o de un abrazo más elocuente que un millón de canciones, más tibio que un resol de invierno. El vacío siempre presente de un cuerpo de densidad indiscutible ceñido al mío.
Ya no me detengo a leer facturas por pagar de la vida: sé que la deuda es mutua, que nos hemos despojado ambos de mucho, que nos hemos regalado también sin dudar un segundo.
El "pero" siempre está ahí, la objeción siempre disponible. La consigna siempre, siempre y para siempre, será caer peleando.
Sé, sin duda alguna, que la resignación no equivale a la conformidad. Renegaré y rezongaré, y rezumaré veneno veladamente porque la Resignación es ciertamente una vieja amiga, pero el Conformismo y yo tenemos una inmortal rencilla. Y todo esto lo voy a hacer con una sonrisa torcida, y a veces repelente.
Tú me ves amargo, me escuchas renegar girando los ojos. Quizá nos riamos juntos al principio, pero eventualmente te cansarás. Ahora lo entiendo. Y me divierte, porque ignoras que callo más de lo que reniego. No sospechas siquiera lo profundo que es el pozo de mi paciencia, o lo fresco de su agua.
No me disculpo, porque pasé años disculpándome de obra y palabra.
No cejo, porque una vez me rendí y no recibí garantía alguna.
Descubrí que la risa es el escudo más ligero y resiliente, el arma más afilada.
Así, comienza con el cansancio, continúa con la desilusión. Las dudas quizá me paralicen un tiempo, porque son el curare de mi alma. Soy nada más que humano, y un poco más defectuoso que el común.
Pero siempre busco la risa, siempre minimizo el daño. Me guardo mucho, para que se disuelva en el agua regia del humor.
Y entonces me mandas callar.
Y en seguida, estás más lejos de mí, al menos un milímetro.
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