Busco unos guantes que puedan asir el Tiempo que es un ave extraña, y que vive en las comisuras de los ojos; que planea sobre las miradas bajas; que anida en los sueños que no recordamos hasta más tarde.
También redes para mariposas efímeras; esas que atrapan puntos de luz en los colores de plástico y neón de sus alas. Quiero dibujarlas en hojas prisioneras, y esos destellos sean amores y dolores, y carcajadas y gemidos; o cosas que tema ver pero no imaginar.
Quiero también encontrar una cámara que haga amores en lugar de fotografías; ojos para mirar, manos para acariciar. Una cámara que se lleve la luz y la traiga a ella.
Y entonces quiero convertirme en un arqueólogo de espejismos. Ser como un alquimista de cosas simples que contengan caleidoscopios muy pequeños. Un ladrón internacional de suspiros y miradas, y secretos que la hagan sonrojarse por las mañanas.
Por supuesto entonces, busco el camino secreto; persigo un sueño murmurado por una voz entre miles. El acceso y la puerta abrazada por enredaderas a un Jardín Salvaje, lleno de monstruos y ninfas, y reliquias que juntas resuelven el rompecabezas del mañana.
Y cada vez que pienso en sus ojos, estoy un paso más cerca.