viernes, 25 de mayo de 2018

Sátiro. Una de estas noches.

"I've been searching for the daughter of the devil himself,
I've been searching for an angel in white;
I've been waiting for a woman who's a little of both,
And I can feel her but she's nowhere in sight".
Eagles.

Sátiro.

    Mírame, sentado en el ojo de este torbellino de rostros y miembros y prendas, en esta lluvia de palabras tan banales como graves. Tú y las demás, el viento de esta hecatombe en miniatura; esta tormenta minúscula tan propia de mi género. Estaría tan cansado de ello, si no me levantara cada día como un sátiro, si no me viera macho cabrío en el espejo.

    En ocasiones creo que me gusta más la idea de perseguirte que la de conseguirte. Tal vez no sepa qué hacer contigo si te atrapo. Eso me mata un poco cada vez que esa idea maldita asoma como muñeco de guiñol.

    Ignoro si no dejo de buscarte -a ti y a las demás-, porque ya inicié la cacería o porque necesito que esta sea mutua.

    O tal vez sea una manera de callar la voz que aun escucho; o mentir al alma con promesas inertes de sudor y saliva. Quizá realmente logré morir por dentro para revivir allá afuera.

    No sé si es de verdad la llamada endocrina, impulso darwiniano, recompensa al egoísmo, o tan sólo quiero apresar algo entre mis poros. Realmente da igual. Sé cómo será el último día de mi último calendario; presiento que nadie volverá la hoja.

    Pero mientras me he prometido arder; jurado hacer de mis días un horno o un cobertor al menos; o yesca o cerillo. Y a ti -y a las demás-, quiero hacerte sudar, renegar de toda prenda; yacer en el sopor de una lúbrica resolana. Guardar las cenizas de los recuerdos en nichos detrás de mis ojos.

    Sólo espero a que el torbellino ralentice y pueda atrapar tu brazo, y atraerte a mí, una de estas noches.




Photo by David Boca on Unsplash.



viernes, 18 de mayo de 2018

Ojos de Ángel Caído. Ojalá.

Ojos de Ángel Caído.

    Qué difícil es darte una razón para querer que seas mi trampa. ¿Cómo explicarte por qué quiero morir un poco, enredado y sujeto por tus brazos, por tus piernas y el sabor de tu alma?

    Es como sed infinita, el ver tus ojos color sospecha cuando te digo que te deseo.

    Es sentir que el tiempo no existe mas no acaba, argumentar que no importa quién fuiste y quién serás; sólo la breve sinfonía de tus poros.

    Sabor a arsénico saber que tu permiso depende de la veleidad de tus ojos; del cronómetro que pones a mi vida; del miedo que heredaste del pecho de tu madre.

    Ojalá supieras qué tan dueña y tan libre de ti realmente eres; qué tan vil puede ser el maldito amor y qué tan bueno es pecar sólo por poder hacerlo. Ojalá lo supieras conmigo.

    No logras entender que si no te respetara serías menos que sombra y menos que luz; que si no te apreciara no daría gracias por los relieves que ciñen tu piel y los secretos que guardas tras velos de hilo y ese pudor tuyo, tan tonto, que no sospechas siquiera. Quieres un título nobiliario a cambio de un momento de honesta desnudez.

    Y lamentablemente mi lascivia pende del hilo del orgullo. Porque no soy yo quien buscas o mereces, ni tú a quien quiero dar mi vida. Por eso te miro sólo con ojos de ángel caído; por eso no aspiro a más que a sorberte sin beberte entera.

    Ojalá quisieras saber qué tan bueno puede ser lo breve.




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viernes, 11 de mayo de 2018

Indignos. (No sé. Piénsalo.)

Indignos.

    Voy a ignorar que soy indigno y esperar la hueca recompensa de tu deseo. A hacer de tripas, corazón y fingir que me someto a tu intuición; ese horóscopo y leyenda urbana que te ha vuelto quimera y presa.

    Quiero que entiendas algún día qué es lo que deseo yo, y veas que aun a falta de destino disfrutarás el viaje.

    Si así lo pides -o crees hacerlo-, cambiaré de piel y de voz hasta que veas lo que quieres creer que quieres ver. Me contrastaré y difuminaré hasta que tus pupilas enloquezcan.

    Algún día verás que mis pecados son diferentes a los tuyos, pero tienen partes que embonan.

    Así que anda, golpea paredes; tropieza en buroes, sofás y colchones; conoce monstruos hasta que encuentres el correcto. Es paciente y se bastará solo hasta que llegues.

    Tal vez decidas extraviarte y creer que me equivoco en ambicionar tu sudor, codiciar tus gemidos. Está bien. Equivocarte es tu opción y a decir verdad, tu Grial no cura nada. Te deseo por hambre; te acecho porque estás ahí. Si no vienes tú, vendrás otra.

    Pero no eres cualquiera. No tienes nada que ver con el azar; estás ahí porque quieres, y soy tan incapaz de obligarte como lo soy de amarte. Porque tu tesoro lo es tanto como el mío. Si la venda que eliges se queda en su lugar, yo no haré nada por evitarlo. Es sólo tuya y de tu posible futuro victimario.

    Sin embargo, velo así; Si te gusta y lo quieres, ¿por qué no lo tienes?

    Te diré por qué.

    Porque eres tan indigna

    del placer

    como Yo.

    Y aquí estamos, aun vestidos.

    No sé, piénsalo...




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viernes, 4 de mayo de 2018

Los Pliegues que Custodias. Pobre y valiente tú.

"...and I don't need to see anymore
to know that
I can read your mind".

Los Pliegues que Custodias.

    Adivino la pregunta en tus ojos porque Cariño, soy el ojo en el cielo. Veo tu calma de esfinge, tu curiosidad que no terminas de llamar Lascivia; el hambre que temes llamar Lujuria.

    Y puedo leer en tu sonrisa de Salomé condescendiente que ignoras quién y qué soy, y cómo el mundo me habla. No sabes con quién te has topado. Pobre y valiente tú.

    Ahí te sientas frente a mí, con tus pechos como gárgolas de miel vigilando el Arca de una Vaga Alianza. Sonriente con tu orgullo de plexiglás, seductora como una Venus Calipigia.

    Puedo intuír -aunque no sepas por qué-, toda la ternura que exudarían tus manos; adivinar los mil sabores psicotrópicos que viven en tu boca; oler y oír el océano entre los pliegues que custodias.

    Así como sentir la vibración de tu desesperada fuerza; el ciclópeo verdor de la selva de tu voluntad.

    No me hace falta más para ver el ansia de tocar y ser ungida. Y durante un segundo te amo renuentemente; por cada latido de tu Ser Mujer, por todas las maravillas que tus poros y grietas prometen.

    Sería capaz de muchas cosas; de esas que yacen entre flores tenues, de aquellas que gimen entre páginas oscuras. Me postro ante tí y aun me elevo mostrando mis cicatrices y mis armas. Dejaría que juguetearas con mi alma enredada entre tus dedos.

    Entonces hablas con tu voz de ave y de leona:

    "¿Cuánto estás dispuesto a dar por el oro de mi humedad?".

    Y es en ese segundo que me pierdes.

    Volvemos a ser el uno sin el otro.



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