viernes, 4 de mayo de 2018

Los Pliegues que Custodias. Pobre y valiente tú.

"...and I don't need to see anymore
to know that
I can read your mind".

Los Pliegues que Custodias.

    Adivino la pregunta en tus ojos porque Cariño, soy el ojo en el cielo. Veo tu calma de esfinge, tu curiosidad que no terminas de llamar Lascivia; el hambre que temes llamar Lujuria.

    Y puedo leer en tu sonrisa de Salomé condescendiente que ignoras quién y qué soy, y cómo el mundo me habla. No sabes con quién te has topado. Pobre y valiente tú.

    Ahí te sientas frente a mí, con tus pechos como gárgolas de miel vigilando el Arca de una Vaga Alianza. Sonriente con tu orgullo de plexiglás, seductora como una Venus Calipigia.

    Puedo intuír -aunque no sepas por qué-, toda la ternura que exudarían tus manos; adivinar los mil sabores psicotrópicos que viven en tu boca; oler y oír el océano entre los pliegues que custodias.

    Así como sentir la vibración de tu desesperada fuerza; el ciclópeo verdor de la selva de tu voluntad.

    No me hace falta más para ver el ansia de tocar y ser ungida. Y durante un segundo te amo renuentemente; por cada latido de tu Ser Mujer, por todas las maravillas que tus poros y grietas prometen.

    Sería capaz de muchas cosas; de esas que yacen entre flores tenues, de aquellas que gimen entre páginas oscuras. Me postro ante tí y aun me elevo mostrando mis cicatrices y mis armas. Dejaría que juguetearas con mi alma enredada entre tus dedos.

    Entonces hablas con tu voz de ave y de leona:

    "¿Cuánto estás dispuesto a dar por el oro de mi humedad?".

    Y es en ese segundo que me pierdes.

    Volvemos a ser el uno sin el otro.



Photo by Shifaaz shamoon on Unsplash

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