viernes, 29 de junio de 2018

Luz Negra. A veces simplemente olvidas.

Luz Negra.

    Qué fácil se hace otra vez aceptar la piel como coraza, la ropa como cápsula blanda. Qué sencillo es volver a la rutina de ser uno, de ser solo. Qué obvio resulta darse cuenta de las mentiras que se cuenta uno en otros ojos, reflejando el rojo de unos labios dispuestos.

    Entonces se hace más viable ser indiferente; latir al unísono con uno mismo y nadie más. Vuelves a tenerte todo para ti cuando al fin renuncias a codiciar a otro; cuando dejas de ambicionar el deseo que puedan exudar sus poros siempre diminutos e insuficientes.

    Se hace posible también la sobrevivencia en el desierto; o la tundra donde el viento sólo lleva una voz. Y ese viento también carga los susurros y apremios que crees escuchar en el retumbar del pulso, o proviniendo de los pliegues en las sábanas; los ecos atrapados de promesas efímeras, de piadosas mentiras que se creyeron sinceridad.

    En medio del silencio, aprendes a olvidar que has aprendido a olvidar la naturaleza de la propia singularidad. A veces simplemente olvidas. Otras sólo finges hacerlo, y aun a veces sólo puedes desearlo.

    Cada día estás un paso más cerca de la luz negra de la aceptación. Refulges más y más, mientras averiguas cuánto se parecerá el final al principio. Que quizá no hay ángeles salvadores. Quizá ese espacio que creíste tener entre ambos brazos no tiene una forma precisa. Quizá todo lo que te desborda no es tan precioso después de todo, y en realidad nadie lo quiere o necesita. Quizá nadie se queda porque nunca nadie tuvo que hacerlo.

    Tal vez el alma sólo se bebe el melodrama como un vampiro que se ignora. Ya te reirás de ello después.

    Mientras tanto, sé la mejor unidad que puedas ser.




Photo by Kevin Crosby on Unsplash

viernes, 22 de junio de 2018

Humo y Niebla. Noches intactas.

Humo Y Niebla.

    Quiero dejar asentado que te busqué; entre nubes blancas y grises, en haces de luz y rincones oscuros como pupilas o susurros.

    Varias veces pude entrever tu pelo y su olor, el esmalte de tus uñas, la suave piel de tus muslos, fuera blanca o bronceada. Pude adivinar tu voz y todo su rango del susurro a la risa, del gemido al estertor. Tu rostro mismo casi apareció ante mi, como una hada o una ninfa.

    Hoy nuevamente te llamas ausencia; cumples mi deseo de no quedarte, estafándome como una diablesa consecuente. Está bien. Pasé demasiadas noches emboscándote bajo la luna; llevando un ramo auténtico de lo poco que tengo. Tú quieres humo y espejos; clichés como cuentas de plástico. Harta de barrotes en tu ventana, huiste con tus grilletes abrazados a tu pecho. No sabes que no quieres tu libertad, sino un cautiverio diferente.

    La verdad es que no tengo una celda para ti, ni espacio en una torre que no puedo ni sé construir.

    Vuelves al humo y a la niebla, sin rostro ni cuerpo otra vez.

    Deja mis noches intactas; ya sabré yo si te lloro o me burlo, o te olvido descaradamente. Aquí no pasó nada. Ignora mi honesta brutalidad: nunca exististe. Apenas llegué a imaginarte, y fue tal como yo quería; sin lazos, sin consecuencias.

    Ya entiendo que no puedo ir más lejos que la propia piel. Que tú sólo ambicionas la idea de ser la fiera, el depredador. Lo que buscas realmente, no lo entiendo ni lo tengo, ni lo soy.

    Adiós.




Photo by Sharon McCutcheon on Unsplash.

viernes, 15 de junio de 2018

Hentai. Un inane enredo.

Hentai.

    Seguramente te diré alguna vez cómo el sólo poder mirarte ya es un placer por sí mismo. Caricia de fotones pintando mis retinas; mi cerebro sonriente ordenando y archivando puntos blancos, rojos, amarillos y negros hasta repetir cada matiz de tu piel, clonando la ilusión óptica de tu fantasma entre los engranes.

    Aun así, tal vez sepas -o no-, la fortuna de un espejismo para quien es tan pobre y que está tan lejos; y tan atenazado en este desierto de carne y huesos.

    Y no es tanto el que seas hermosa o que estés ahí siquiera; tristemente apenas eres, no estás más cerca de ser algo o alguien cuya especia sazone mi sudor. Eres sólo un permiso que me doy, un atisbo a una lujuria inocua. Eres tan sólo posible, y yo soy quien elige o no hacerte real. Lamento eso.

    Aun si esta distancia insensible no mediara entre nuestras bocas, no creo que fueras más que piel y aliento. Pero los breves días serían lánguidos y húmedos; las noches estarían tan llenas de secretos mutuos. Intentaría por cada medio ser un tatuaje invisible en tu bajo vientre; dejar indeleble el color de mis ojos en un surco de tu cerebro; provocarte sueños recurrentes viéndote amazona y montura.

    Lo delicioso de nuestro inane enredo es lo posible y lo probable, como enredaderas hentai, dando vueltas uno sobre otro. ¿Quién sabe? Quizá haya astros alineándose; calendarios empalmando; un cómplice fin de semana largo...

    Y así, mientras dejo al inconsciente traicionarme haciendo fallidas alegorías coitales, quizá vivo un poco más; quizá conspiro en contra de mi cordura. Permíteme ejercer este deseo a mi inofensiva manera...

    Sólo sigamos deseándonos.

    No tengo nada más.




viernes, 8 de junio de 2018

Posos. Más sonidos y colores.

Posos.

    Qué valioso es el silencio en las horas solitarias.

    Qué preciosa también la marea de la piel en su ir y venir; en su flujo lunar, esperado pero impredecible.

    Qué tesoro, el misterio de la aquiescencia; la promesa incierta del tocar, del llenarse los sentidos el uno con el otro.

    Qué tortura deliciosa el ansiar sacar más sonidos y colores de los días; el mudo saber de las aspas del cronómetro inflexible.

    ¿Cómo no porfiar por el próximo aliento?

    ¿Cómo no abrir los ojos a la luz, o sentir que el sueño sin sueños es tiempo fugitivo?

    Cada día es una espera iniciándose; pendiente el disparo, cuántica incertidumbre.

    Cada día pistas nuevas en el misterio de lo triple suspensivo, de lo inminente o de la sospecha no expresada; los ojos vendados buscando en la memoria por señas en el camino.

    Habrá momentos en que el dique de la angustia parezca insuficiente; tamizando el tiempo de años a días a segundos a átomos; viéndote permeado por todas las cosas y personas que quieres sujetar inútilmente. Y pensando que tal vez en eso consiste la muerte: es perder moléculas del ser a cada momento hasta que dejas de generar nuevas.

    Pero un día, en el silencio plateado, quizá adorando las nubes a punto de lavar el mundo, pausas... y te das cuenta que la vida se deposita en ti, filtrada por los poros y los cabellos, los dientes y las papilas, pupilas y órganos y demás sustancias y elementos.

    Todo lo que ha pasado por ti, ha dejado posos.

    Quizá, eso es lo que debe llamarse Vivir.





Photo by Luke Stackpoole on Unsplash

viernes, 1 de junio de 2018

Flama. Fogatas para bailar.

"...We'll burn away from all the other
flames that burn too bright...".
Foo Fighters.

Flama.

    Y entonces me vi nadando en el fuego. ¿Qué más habría que hacer? Sé que la lluvia vendrá otra vez, y quizá la lava que pulsa bajo la piel se apagará de nuevo.

    Mi cuerpo fue agua y he estado congelado y feliz tanto tiempo. Ahora busco el fuego para morir sonriendo, porque quise amar y fue un diluvio. Por eso quiero acariciar las llamas y ver el blanco del vapor; sentirlo condensarse en mis pestañas.

    Tal vez así olvide, y pueda saciar una sed que me reclame aun por unos cuantos latidos. Tal vez así tenga sentido tener una piel, dejar de malgastar el tacto. Porque no puedo hacer amor, haré fogatas para bailar; para matar la mala hierba enraizada en el alma.

    Brillaré en las brasas de cigarrillos postreros, luciérnagas en lujurioso pantano. Nadaré en filamentos incandescentes y neones que deletreen obscenidades rebuscadas.

    Seré la chispa que antecede a la vibración del látex; el ardor de la fricción contra sábanas de hotel. Seré un volcán intransigente, un géiser que hierva a la vista de piel desnuda. Como flama traviesa lameré lo que me pidan.

    Arderé, purificando la memoria hasta que el dolor sólo sea sombra y ceniza.

    Tal vez un ángel vea el brillo de mi holocausto y baje a consolarme. Y a consumirse conmigo.




Photo by Henry Be on Unsplash