sábado, 29 de junio de 2019

Este Último Aullido. Un regalo.

"No alarms and no surprises
Silent, silent".
Thom.


Este Último Aullido.

Tal vez sea entonces momento de regalarte el Silencio; uno verdadero, y no la máscara de hierro que me puse por orgullo.

Si te da la impresión de que todas mis palabras pretéritas fueron para nada, quizá tienes razón. Acaso fuera sólo la necesidad de sacar el vacío de adentro; dejar pasar la lanza de lado a lado. Ya no lo sé.

O tal vez sólo quería decir una y otra vez que te quiero, todavía más veces, ya rota la represa. No es que esperara que me oyeras.

Así que propongo este último aullido, que sella mi aullar sin cambiar nada. Este eco rebota y lo hará para siempre, en la caverna que llevo por dentro. Tan grande es el embrujo que no pienso invitar a nadie más a vivir en ella.

Perdona si no me disculpo por seguir sintiéndote, por verte en todas las cosas que me gustan, por oírte aun en las canciones. A fin de cuentas, lo que sienta -o no-, es sólo cosa mía, ahora al menos. Despreocúpate, si acaso. Tú sabes que la vida sigue para ti; yo regreso a lo que era antes de ti. Por supuesto, Gracias; por cambiarme para ti, mientras duró el momento que fue nuestro.

Ahora viene la parte que quizá no te guste:

No te digo adiós. Desde un principio te pedí que tú lo dijeras, y te fuiste, pero en silencio. Yo no me despido, ni lo haré; yo sigo aquí; lo quieras o no.

Sólo encierro los recuerdos dentro de Mi cofre; en Mi memoria y Mi tacto, y todo lo que es mío, y dejo de ahuyentar a mis amables lectores. Y te quiero, hasta que me muera de ello. De Ti.

El Resto, dijo el hombre,

es Silencio.




Photo by Daniel Burka on Unsplash

sábado, 22 de junio de 2019

Del Otro Lado. Te imagino.

"...This may come as some surprise
but I miss you...".
Sade.


Del Otro Lado.


Quizá te sorprenda, pero cuando las horas pierden velocidad, pienso en ti. Me disuelvo con la luz menguante, y te imagino.

Y te imagino atareada por las mañanas, sujeto el pelo y tu rostro enmarcado por un color de cuento de hadas. Imagino tus pasos breves por toda la casa y la ciudad y el mundo.

Te imagino, aunque ya sin apoyarme en muebles y muros cada vez, y me maravillo del poder de mis neuronas adoloridas y su obstinación sin cura. Cómo traen de regreso al hoy la textura de tus labios, o el olor de tu pelo. Cómo vuelven a esa labor a pesar de todas las cosas que hago para distraerlas. Cómo me han acostumbrado a vivir de los recuerdos.

E imagino tu voz llenando toda una habitación; tú de pie bajo una luz ardiente, u otra congelándote en azul. Bañada en fotones como si tu propio fuego no fuera suficiente para iluminar todo, para quemarlo todo.

Te imagino allá tan lejos, del otro lado de este océano de silencio. Me aferro a esto para tratar de evitar imaginar el por qué no pudimos vernos como queríamos, y por qué no logramos vernos y querernos como somos. Cualquier explicación se quema en el calor que sobrevivió dentro, que siento cuando te imagino.

Debo confesar, sin embargo, que también imagino tus palabras, tus respuestas.

A mis disculpas.

A lo que siento que me toca de remordimiento.

A mi extrañarte sin remedio.

A mi ruego mudo de que vuelvas.

Y entonces mi orgullo viene y se lleva todo.

Y te imagino allá, indeleble y sólida; mi posible recuerdo sólo una molestia que dejaste atrás.

Sonrío, imáginandote feliz y ajena, mientras a mí la sangre se me vuelve más clara cada vez que anochece.




Photo by Niklas Hamann on Unsplash

viernes, 14 de junio de 2019

Ablución. Deja que llueva.

"Come take a walk on the wild side
Let me kiss you hard in the pouring rain...".
Lana, revisitada.


Ablución.

    Vuelve la lluvia, y es diferente a lo esperado: Es igual a la última.

    El primer aliento a tierra mojada es idéntico al de siempre, y la sombra sobre el mundo cubre como dulce mortaja tal como antes. Similar es también el alma elevándose mientras la presión baja, preparándose para la ablución.

    Yo esperaba sin embargo, un olor más dulce, y un arrebujarme buscando tibieza mucho tiempo antes imaginada. Esperaba el zaguán y la marquesina; vidrios empañados; mañanas cantando en las persianas.

    Pero todo sigue igual.

    La salamandra sonríe.

    El mundo se lava.

    Los ríos se forman en la ribera de las banquetas, y arrastran los miedos hasta el Kenduskeag.

    Y yo sigo igual también, afuera del mundo; la mente una espiral hipnotizada por la voz, por la piel y las pequeñas cosas. Fibras diminutas de corazón esparcidas por todos lados; migajas de pan que nadie usa para volver, hilo de Ariadna abandonado.

    Llueve de nuevo, al igual que aquellas noches; aunque ahora llueva más por dentro. La humedad corriendo por la ventana disimula la del rostro.

    Deja que llueva; la tormenta se llevará lo que es menester. Detrás de cada recuerdo una tormenta en un vaso, después de la tempestad la memoria de ésta.

    Sonreír, con los sentidos extraviados en las sinapsis. Llorar después, lluvia surcando los pómulos, concluida la tormenta eléctrica.

    Afuera, un rumor de lágrimas cayendo entre las hojas de los árboles.




Photo by Anh Nguyen on Unsplash

viernes, 7 de junio de 2019

Estocolmo. Degustando la mordaza.

"I wish I could".
Muse. Stockholm Syndrome.


Estocolmo.

    Tengo café por la mañanas, para hacer que el sol salga y los días sean cortos.

    Hago cosas por hacerlas simplemente; por electrocutar neuronas simplemente, y hacerlas olvidar las tardes y las noches pasadas y futuras; con las manos y los brazos y la boca hormigueantes de memorias y ausencia.

    Tengo tabaco y nicotina que acortan segundos, que podan los minutos en la cuenta atrás al restante de los días sin ti.

    Evito cualquier cosa, y flor y animal; gente, lugares, actos, que lleven tu inicial; que lleven tu apellido. Huelo cualquier cosa que no huela como tú.

    He tapiado con cinta gris el Volumen mismo; canto más fuerte; toco más duro y rápido; todo con tal de silenciar tu voz. Ya sólo la oigo en sueños que procuro olvidar con más café y más nicotina.

    Mi voz tiene restringido el uso de tu nombre. Mi ceño baja cada vez que alguien lo usa: Si no quisieron hablar conmigo entonces, cuando te fuiste, no tienen derecho a hacerlo ahora.

    Soy de nuevo, un nuevo Viejo Yo; distante arcilla endurecida; más duro que la plastilina que quiso tomar la forma que quisieran tus manos. Vacío otra vez. Libre del grillete suave de tu voz, de tu tacto y solidez. Y me muero de esta maldita libertad de ti, un poco más cada amanecer.

    Te quiero tanto que respirar duele. No puedo esperar a dejar de hacerlo.

    Los días sin ti son un cobertizo remoto, oculto en un bosque o un pantano.

    Ahí vivo muriéndome, desde que el Orgullo me secuestró.

    Y estoy degustando la mordaza.

    En un armario en tu amnesia.




Photo by Denny Müller on Unsplash