Let me kiss you hard in the pouring rain...".
Lana, revisitada.
Ablución.
Vuelve la lluvia, y es diferente a lo esperado: Es igual a la última.
El primer aliento a tierra mojada es idéntico al de siempre, y la sombra sobre el mundo cubre como dulce mortaja tal como antes. Similar es también el alma elevándose mientras la presión baja, preparándose para la ablución.
Yo esperaba sin embargo, un olor más dulce, y un arrebujarme buscando tibieza mucho tiempo antes imaginada. Esperaba el zaguán y la marquesina; vidrios empañados; mañanas cantando en las persianas.
Pero todo sigue igual.
La salamandra sonríe.
El mundo se lava.
Los ríos se forman en la ribera de las banquetas, y arrastran los miedos hasta el Kenduskeag.
Y yo sigo igual también, afuera del mundo; la mente una espiral hipnotizada por la voz, por la piel y las pequeñas cosas. Fibras diminutas de corazón esparcidas por todos lados; migajas de pan que nadie usa para volver, hilo de Ariadna abandonado.
Llueve de nuevo, al igual que aquellas noches; aunque ahora llueva más por dentro. La humedad corriendo por la ventana disimula la del rostro.
Deja que llueva; la tormenta se llevará lo que es menester. Detrás de cada recuerdo una tormenta en un vaso, después de la tempestad la memoria de ésta.
Sonreír, con los sentidos extraviados en las sinapsis. Llorar después, lluvia surcando los pómulos, concluida la tormenta eléctrica.
Afuera, un rumor de lágrimas cayendo entre las hojas de los árboles.
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