miércoles, 24 de febrero de 2016

Blindar el Corazón.

La mira irse y su pecho se resquebraja suavemente. Se sorprende de cuánto llegó a abarcar su presencia en su vida, de cuántas horas perdió inmerso en la construcción imaginaria de su cuerpo junto a él, de las risas que le provocaría, la contemplación infinita de sus ojos infinitamente dulces. Incluso el descubrimiento paulatino de mil y una imperfecciones que no harían más que cautivarlo a cada eterno segundo.
Ella camina hacia el recuerdo y él no puede hacer más que reprimir la urgencia de ofrecerse en sacrificio, de suavizar su paso con las promesas más abyectas. Y también guarda las probables lágrimas para más tarde, quizá para cuando la noche y el insomnio lleguen a acompañarlo a cantar toda canción que oyó con ella tatuada en los tejidos de la mente, del deseo, de su amor sigiloso y guardado bajo mil llaves.
Y asimismo calla el secreto de que en realidad es él quien parte, quien renuncia a mantener su pecho distendido, quien efectivamente vuelve a blindar el corazón con los mismos juramentos oxidados que hizo la última vez que vió a alguien partir.
Mientras, ella sigue caminando hacia una vida sin él.

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