sábado, 20 de febrero de 2016

Noches frías bajo la Luna de Tarnesia...

Pues bien, he aquí lo prometido aunque no todo. Para bien o mal, la fecha exacta de mi participación en el Concurso de Ciencia Ficción está perdida en mis archivos, queriendo decir por supuesto, el desorden que los conforma. Pero aquí está la historia, que a fin de cuentas es lo que importa.
Al quedar descartada, quedó prácticamente arrumbada entre los datos de mi computadora personal, pero siempre estuvo ahí, bajo el nombre "The Next", ocultando un significado ya olvidado. Para fines de su publicación en este foro, he cambido el título original por algo menos críptico. Ojalá les divierta o entretenga, poque precisamente ese es el fin, a mi parecer, de historias como ésta, por mucho que contiene una mínima reflexión sobre una idea que ha pasado a formar parte de mi credo personal: Para bien o para mal, la Guerra es el motor que hizo al ser humano alcanzar su estado actual, y quizá lo hará en el futuro. Ojalá les guste, y por supuesto me encantaría cualquier forma de retroalimentación, incluso una crítica despiadada. Después de todo, si fuera una película B tendría un título como... mejor adivínenlo ustedes. :)



Luna de Tarnesia.

-Así es, colegas y camaradas... Todo ha sido desarrollado gracias a la guerra.
     El Profesor Beckinsley devolvió la mirada de desesperación de todos, después de todo, el también estaba desesperado. -Piensen un poco, -prosiguió- sobre todo en el fascinante siglo XX: el gran salto hacia lo que una vez fue "la aldea global"... ¡Debió ser fascinante estar ahí, ver cómo año tras año el mundo empequeñecía...! ¡De las ruedas de caucho al neumático! ¡El video! ¡El rayo láser! ¡La energía atómica! ¿Saben que en un principio los científicos del Proyecto Manhattan no sabían si la reacción en cadena no tendría fin? ¡Imaginen la audacia de esos hombres! Y todo por una guerra mundial, una revuelta, comparada con la Revolución de Io... ¿Y qué fue lo que resultó de esa "espantosa matanza" de diez millones de colonos jovianos? ¡La bomba AM! ¡La clave del viaje interestelar, la propulsión a base de la conflagración entre materia y antimateria! Ah, no saben que afortunados...
     La expresión del rostro del Profesor cambió de desesperación a puro terror... Fácil de imitar.

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     Del Boletín Holográfico: Misión de Investigación #2-Stohn (Rigel 17). Notas de León Dos Santos Pereyra, Doctor en Antropología:
     En los bosques de Tarnesia, sector prácticamente microscópico de la pequeña pero exótica colonia de Stohn, existe una especie que ha cautivado a los naturalistas. Desde aproximadamente ciento treinta y un años no se descubría una especie como el lobo de Tarnesia. Mucho era debido a las condiciones hostiles y en aquel entonces penosas de las colonizaciones, pero el lobo de Tarnesia, el famoso Xenopseudocanis Smytheii, causó sensación. Los naturalistas imaginaron el potencial evolutivo de un cánido con un pulgar opuesto y luego cayeron hacia atrás como reglas... los legos inventaron historias macabras. Gente tonta.
     Los primeros encuentros fueron fatales, como es natural cada vez que en un planeta o luna recién colonizado el ser humano se topa con una especie salvaje, depredadora y desconocida como en el caso del X. Smytheii; un colono muerto y un científico... digamos, herido. Pero al estudiarlas desde la distancia, fue posible apreciar el comportamiento de las "manadas". Por supuesto, ante el descubrimiento de un pseudocánido cuyas congregaciones manifestaban una estratificación social, distribución de las presas cazadas en comunión y lo más asombroso de todo: una división del trabajo, las mandíbulas de los científicos cayeron.

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     El Profesor movió la automática de un lado al otro, mientras hacía una pausa evidente, señal de que iba a sumirse en otra de sus peroratas; no obstante, la amenaza de sufrir una herida por disparo de arma fue un poco más temida que soportar la dilecta histeria del ahora enloquecido catedrático.
-Esto prueba mis teorías ahora, ¿eh? Por lo tanto yo tengo la razón esta vez... ¡Je, je! Los  hombres de las cavernas... No hacían más que correr y gimotear cuando un tigre o un... (je) los cazaba... Hasta que inventaron las flechas. Los antiguos se exponían a fracturas masivas, pero no dejaron los caballos como medio de locomoción hasta que se inventó el automóvil... Después de ese hecho particular, las guerras se volvieron cada vez más sofisticadas... ahora los campos de batalla son informáticos, pero las infanterías invasoras siguen marchando una vez que todos los sistemas vitales han sido neutralizados con virus... La Internet original desapareció por eso, todo mundo lo sabe... Material básico de texto, un general alguna vez me dijo-. El profesor pareció tomar aire, pero lo expulsó en un suspiro entrecortado. -¡Los militares! Ellos han controlado todo desde los albores de la civilización... ¡Y me dicen a mí paranoico, ¿creen que no lo sé?¡ Pero eso no importa ahora, ¡¿eh?!- el profesor dio una pequeña patada al cuerpo del Coronel Pacheco. El cadáver pareció mirarlo, sin rencor, sin mofa, su mirada fija parecía más de curiosidad. O quizá era la comprensión final que sintió cuando el Profesor Beckinsley irrumpió en la reunión y le disparó a quemarropa.
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     La  preparación se podía sentir en el aire. Era tan absoluta que casi parecía engendrada por una conciencia colectiva, aunque el motivo era simplemente la sed de sangre. El gruñido grave y de una frecuencia prácticamente subsónica comenzó en un momento, y todos los escuadrones se enteraron al mismo tiempo de que el momento de atacar estaba  próximo.
         El líder revisó nuevamente sus correas. No quería que algo saliera mal en medio de un ataque...
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-Se atrevieron a pensar que podríamos encontrar una manera de controlarlos. ¡Maldita sea, apenas podemos comprenderlos!
     El hombre resumió toda la situación en su gesto. Se recargó -o más bien se derrumbó- contra la mesa central. Pudo sentir la energía contenida de los tres investigadores más jóvenes, y por lo mismo alzó la automática de nuevo. Una herida de una automática de pulso de cuarzo no es divertida, y menos del tipo que controla el ejército.
-Escúchenme con cuidado. Todas las historias son ciertas, o al menos parcialmente. Pacheco y yo discutimos anoche... Su estado es comparable al Cro-Magnon ahora. No me explico cómo, pero han aprendido... ¡Escúchenme por favor...! Tienen los medios... Nos aventajan en número... Tenemos que salir de aquí...
     Y de nuevo el Profesor cayó, fue acaso un traspié‚ o la falta de ejercicio en un hombre un poco más allá de la mediana edad, que acababa de tomar por asalto una tienda de campaña y asesinado a un militar entrenado. A fin de cuentas, sólo importaría el que Beckinsley titubeó más de lo debido. White, el doctor de la misión avanzó, y junto con él Joel, uno de los asistentes del laboratorio de xenogenética, que lo golpeó y sujetó, mientras White intentaba desarmarlo. Todos sintieron un poco de alivio, y algo parecido a la lástima por el pobre hombre. Los alaridos de furia -¿o era acaso terror?- del hombre crearon el clima perfecto. Una vez que se extinguieron, un aullido grave, terriblemente familiar, tuvo la magia espeluznante de callar y paralizar a todos.
     El Profesor Barrence William Beckinsley, antropólogo jefe de la expedición a Rigel 17, sin embargo, comenzó reír.
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         “Las unidades de custodia del Ejército Terrano cayeron, sin el mando de Pacheco. Por su comunicador se oían los frenéticos "códigos de alerta" y la horrible confusión de los que cayeron. Gritos, disparos de armas de plasma y rifles de pulso. Todo esto lo capté como ruido de fondo, y me di cuenta que la protección militar no serviría para nada.
     En  la tienda, yo estaba agazapada bajo una mesa, y veía todo el cuadro de horror. Después de eso solo vi la enorme... la cara frente a mí, y luego la cosa gruñó, con las fauces ensangrentadas. Y en su pata eso llevaba...toda cubierta de sangre, astillada...
     Entonces comprendí qué eran ahora, y lo que iba a suceder con nosotros. Éramos los depositarios de un secreto  terrible, y el secreto debía permanecer guardado”.
     La grabación termina aquí, la Doctora Nilssen (Asistente de Xenobiología), entró en estado de shock a las 04:00, hora de Phobos, y falleció siete horas más tarde, como resultado de las múltiples lesiones.
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     Extracto de las notas del Dr. Dos Santos, no anexadas a Información expedición de Reconocimiento #3-R17/TS. Clasificadas como Alto Secreto:

     Curioso como incluso los científicos a veces creemos lo que desesperadamente queremos. Me refiero a la suposición del "aprendizaje y asimilación", de Beckinsley. Y principalmente se debe a este incidente: un artefacto curioso apareció entre los restos de la referida expedición del 3068, a la que Beckinsley y su equipo fueron, y de la cual solo regresó la Doctora Nilssen. Es simplemente una estaca, pero con un par de particularidades curiosas. Tiene correas, y la base está  forrada con lo que parece cuero de Xenuro, el pseudobóvido que los primeros colonos encontraron, y que los pseudocánidos aún cazan, al parecer. Según los análisis espectrales, es antigua, más de doscientos años. Beckinsley comentaba (por supuesto, el hombre estaba certificadamente loco, a juzgar por sus acciones) que había avistamientos de los pseudocánidos "usando estas como una especie de daga" y luego especulaba que habían aprendido tal cosa de los primeros colonos. Imbécil. Si fuera esto posible, imaginen tan solo lo que podrían hacer a futuras expediciones con todo el armamento perdido en esa expedición. Ridículo.

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