jueves, 26 de mayo de 2016

Cuesta abajo. Muy abajo.

Fata Morgana. (Leo).

    Mientras tu cuerpo delgado ondula hay átomos en mi cerebro trabajando en la complejidad de tu ser, en la femineidad como paradoja desafiante. No es ni sorpresa ni satisfacción intuir que soy el único de mi especie, al menos aquí y ahora. ¿Cuál cabeza quieres, pequeña Salomé, en tu bandeja de plata? ¿Cómo es posible ser tan animal, tan definitiva, y tener esos ojos de hielo que no se derretirán al calor del deseo?
    Desde tu elección, la canción que me mata y me sumerge en tu hechizo, ya estaba condenado a verte convertida en ensueño, de la clase que tienes cuando eres como yo y te das cuenta del hambre. Aunque sea mala, eres poesía; alegoría y suma inconsciente de tu género. Imán del deseo, breve tragedia en el escenario; tu piel despierta y remueve las ansias primigenias que se convertirán en guarismos para cosas mundanas. Tu piel, que envuelve con inerte biología músculos, huesos, sentimientos y tu alma de ángel caído en sabe Eros qué circunstancias. ¿Cuáles son las probabilidades, pequeña y dulce hetaira; tú, Lana y yo en la misma noche, el mismo lugar? ¿Existe entonces el Destino, o es sólo Hécate mostrándome que hay más cosas que el amar en vano?
    Tu cuerpo ya desnudo es el faro de mi naufragio, pequeña Lilith; yo dejo que el deseo desborde y absorbo tu espejismo con sed vampírica. Lana casi ha terminado su ronroneo y tu baile será Fata Morgana, el estertor quedo de un sueño de alcohol y dolor paliado, mal disimulado; el ansia por una sirena perdida para un marinero inepto, un Ulises de pacotilla. Procuro empaparme de las últimas gotas de lascivia, tomar lo más posible de tu don de redondeces suaves y pliegues apetitosos. Mi alma oscila en tus pezones, trazando el infinito.
    Bajas del escenario con paso menudo y se que te amo en proporción; por ser tú, por no ser nadie; por tu belleza sutil en medio de ésta crueldad vulgar; por ser la promesa de todas las mujeres excepto ella; por mostrarme que la mujer-objeto también es un ideal, un poco menos imposible que una Penélope impaciente.

"Down on the West Coast, they got their icons. Their silver starlets, their Queens of Saigons. And you've got the music, you've got the music in you, don't you?" Lana Del Rey. West Coast.





Olvido Doppler.

    Sube el volumen. Acelera. El camino al Infierno está más adelante; la vida que dejas atrás perdió el significado original y ya no importa. Nada más importa, sólo llegar y llegar rápido, hacer que las canciones suaves y la sinfonía de su voz se ahoguen en el doppler de la memoria.
    Recuerda la promesa en el Mausoleo: quieres lo que quieres, amas lo que no amas. Vende tu alma: ella no la quiso, ni tú se la ofreciste a tiempo. Busca el ajenjo, la sucia tierra prometida de Oblivión.
    Hazlo o regresa y vuelve a doler, tu no-vida depende de ello. Escoge si no lo has hecho. Lo que te mata o nada en absoluto, esas son tus opciones. Así que se tú, el Señor Grey y el Señor Hyde. Vuélvete sátiro y persigue ninfas. Allá atrás está lo que no te sirve, lo que nadie quiso; el inferior, el inepto, el que nadie llora ni va a extrañar. Déjalo que se muera, lo tiene merecido.
    Levántate y anda. Y dales donde duele.

"I know I'm headed for the bottom. But I'm riding you all the way". Soundgarden. Mailman.

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