jueves, 5 de mayo de 2016

Del mínimo deceso. Parte 2. Día bueno, día malo.

Tragedia. Griega.

    Los días nuevos son extraños hoy que he decidido ser otro, hoy que tomo posesión de mi propiedad. Lo más sorprendente es el silencio y su urgencia por llenarse, y lo que solía llamar corazón realizando sólo su función original. Ruego a Palas por que esta negación dure por siempre. Y casi por nada más.
    Y aunque el alma quiera extraviarse es consuelo agridulce el que no tenga adónde ir; Psique ha perdido brújula y mapa. Es casi una bendición no escuchar tu voz de sirena sedosa y estoy considerando seriamente conseguir cera. Se perfectamente que en cuanto hables volveré a encallar.
    Así que tomo vacaciones. Se solicitan Circes de regular a excelente presencia para convertir a Fallido Héroe en animal, de preferencia de presa, y así evitar volver al Tártaro a amar de balde. Arpías y gorgonas abstenerse, amazonas bienvenidas.
    Lo prometo: pronto me haré unas alas con cera y plumas de cuervo agorero, y volaré tan alto que casi tocaré a Helios. Y al fin seré libre.






Pequeña Muerte.

    El viento comienza a aullar quedo al principio, apenas audible. Habla de certezas y rupturas, de carencias, dice: "no eres apto, no bastas, no eres uno, no eres como... debes morir y revivir a tu mundo y a tu vida". Y eso lo acepto. Siempre he creído en lo relativo y lo absoluto.
    Pero entonces surge la sombra y el mar se pica, enloquece y amenaza. He sido, digamos, incepcionado: "no eres ése, no eres hombre". Y quiero huír y perderme otra vez, pero se que es inútil jugar a las escondidas con la verdad; tengo que matar al monstruo artificial y quizá crecer un poco. No se qué duele más, si la certeza de lo imposible con lo improbable o la lástima que inspira; si el tener que matar lo poco bueno con lo malo o que voy a extrañar odiarme tanto. Quizá me odie más aun, o quizá deteste todavía más el no haber podido ser querido por quien fui. Ese es en realidad mi auténtico, definitivo fracaso.
    Tristísimo es que si algo bueno surge de esta llamarada de fénix estará manchado para siempre por el hubiera. Pero sí parece innegable que ser yo no sirve, es anómalo, auténticamente monstruoso. Y aun así importa tan poco, como me quedó claro no hace mucho.
    Desearía sin embargo que alguien llorara un poco por el que está muriendo, y menos por el que puede venir. Quizá él o sea tan bueno como yo lo fui.



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