viernes, 10 de marzo de 2017

Querencias en la Pausa. Un poco de 'whisful thinking'. Un poco de calma chicha.

Grande

    Quiero fuego griego para matar quimeras y minotauros.
   Quiero tiempo suficiente para buscar palabras formidables y hacer cadenas y guirnaldas, y lazos y encajes y ligueros y lascivas mascadas de seda.
    Quiero agua tibia y aceite de vainilla para untar la piel de la mujer que me roba el aliento.
    Quiero que esa mujer me robe el aliento.
    Quiero a la mujer que quiero que me robe el aliento.
   Quiero noches silenciosas plagadas del canto de los grillos, y de estrellas estridentes hipnotizadas por una luna casquivana.
    Quiero miedo eterno para poder ser valiente a diario. Quiero que ese miedo me tema.
    Quiero lloviznas impredecibles.
   Quiero chubascos inmisericordes, diluvios lovecraftianos de cósmica indiferencia, soles impúdicos bailando tras siete velos.
  Quiero veranos de pieles desnudas y sudor perlado, y lánguida pereza, y ocasos radiactivos, y noches sin sábanas.
    Quiero inviernos de cruel ternura; de poros cerrados que inciten a buscar calor en el abrazo, en el fuego y el recuerdo.
   Quiero el tiempo de mañana para aprender a adorar el cabello gris, ver la paz y la eternidad prometiéndose en sus ojos, leer nuestra historia en los surcos de la piel.
     Quiero en suma, un amor tan grande que sea imposible comprenderlo; que me vuelva loco el tratar de imaginarlo; tan omnipresente y ubicuo que se asome por las pupilas y tras las ventanas, entre los dientes y los pliegues del cuerpo. Relativo y absoluto como el tiempo; positivo y negativo; un licuado molecular de yin y yang, linga y yoni; ella y él, tú y yo, pan y cebolla, vino y queso...
    Un amor tan grande que desplace a la muerte en su trono.

"Looking out for love
Big, big love". Fleetwood Mac. Big Love.





Una postal desde el paréntesis.

    Esta hora se resiste a morir y sin saber cómo el ánimo se me va un poco a la deriva. Puede ser que hoy me siento un poco más solo, o quizá que los días son más largos y la noche se va apenas terminado el café. Tal vez es la única canción realmente buena de Phil Collins. O que es lunes, aunque ha sido lunes por casi un mes ya.
    O quizá simplemente me hace falta ver el mundo en índigo, a falta de tardes azules. Cabe, claro, la posibilidad de que realmente sea un adulto ahora y por lo tanto esté incompleto. Que tánto fingir "estar bien" a fin de creerlo, agotó otra vez las reservas de credulidad. Que la sonrisa diaria vuelve a caer por su peso.
   Y aun, en todo eso se asoma la sospecha, con su sonrisa marca Cheshire, de que sé exactamente qué pieza me falta en el rompecabezas. Miro por la ventana y de reojo veo las dos paredes curvas, ambas diestras y siniestras. Entonces entiendo qué es todo ésto.
   Y está bien por el momento, esta vida suspendida entre una pausa y una continuidad; está bien esta proverbial calma, este respiro acompasado, este ojo de huracán minúsculo. Incluso aunque extrañe la adorada tormenta.

"...And there's nothing left to remind me
Just the memory of your face". Phil Collins. Against All Odds.






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