Brea Hirviendo.
La mujer más mala que conozco no merece tener su nombre hollado con adjetivos. No merece un rostro hinchado, ni cubrir las manchas oscuras que deja la rabia.
No merece el escarnio de minúsculas letras punzocortantes, tampoco la brea hirviendo de idiotas blandiendo bolígrafos, ebrios del soma del "así son las cosas".
No merece el miedo que apesta la calle oscura, no merece ser medida ni valuada en cantidades de tela usada o sin usar. Ni ser ejemplo o moraleja. No debe ser Caso, Hecho, Nota...
La mujer más mala que conozco no merece que mi rabia sea tan inútil, mi impotencia sea absoluta, mis puños diminutos, que mi voz no sea estentórea. No necesita mi vergüenza de ser hombre, ni le sirve si tengo la conciencia limpia o sucia.
Y no debería ahogarse en el miedo de ser mujer.
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