viernes, 27 de abril de 2018
Gotas de Aire Implotando. Hipo cósmico.
viernes, 20 de abril de 2018
Las Llaves Que Me Abren. Pieza faltante.
Las Llaves Que Me Abren.
Llega fría, como una chispa azul, como aire furtivo sobre piel húmeda. Es idea, luego certeza; un presagio que esperé y me atreví a negar a los ojos.
Eres nuevamente un recuerdo a pesar de la presencia, y acaso por ella misma. Has cambiado y aun siendo tú -porque siempre lo has sido-, ya no eres igual. Y como contigo, cambio sin tí.
No voy a decir que ya no eres la pieza faltante; después de todo eres tú, con voz y sonrisa, con ojos y manos y caderas. Pero si algo no te debo es el alivio de saber que me he resignado, o el de creer que te he olvidado. No puedo saber lo que nunca he aprendido.
Todo lo que tenía para darte lo guardo, lo celo; lo reservo para mí y nadie más. Nunca más, nunca otra vez. Por supuesto habrán cuerpos, y voces y mentes en las que perderme, intentando descifrar sus silencios; porque en cambio respeté los tuyos, hipnotizado y cohibido por mi adoración de tí.
Pero he fundido las llaves que me abren para hacer una coraza nueva.
Sólo queda una, y hoy entiendo que durará tal vez hasta el fin así, sin usar.
Llámame egoísta, pero es que eres mi paradoja favorita: la primera y la última que quise -que quiero-, amar.
Y si así debe ser, que la espina del Hubiera sea las cenizas de ello.
viernes, 13 de abril de 2018
Firma Aquí. Un sueño carmesí.
Firma Aquí.
viernes, 6 de abril de 2018
Costras de Hedonismo. Manos para otras cosas.
Ondas de tiempo y música me llevan atrás y adelante; floto merced a estar o tan vacío, o tan a medio llenar.
Quisiera juntar mis manos y rogar por algo para rellenar el hueco en el centro, pero igualmente me río de cada rostro cuyos ojos me preguntan de qué está hecho lo que uso como corazón. Ojalá pudiera saberlo.
Ahora mis manos son para otras cosas, y mi voz no puede ni quiere murmurar más; no hay oídos que sirvan para guardar las palabras. He olvidado cómo hacer promesas.
Me veo un dragón, posado sobre lo que alguna vez quise dar. Todo esto es mío, y yo también.
Me veo rodeado por el mundo, único habitante; hipnotizado por el eco de mis pensamientos rebotando en cada ángulo de la brújula.
Y me conforto en la tibia ceguera de un mañana. Dejé otra vez de mirar a un horizonte improbable. Miro al suelo, mientras no haya nada más que ver o esperar.
Acaso suceda que envuelto en este capullo de obstinado mutismo, las grietas se rellenen con los recuerdos buenos, y dejen afuera las cosas oídas y las supuestas, y las inferidas, y las deducidas. Si no, entonces sólo se hagan cicatrices, o costras de hedonismo que me hagan impermeable.
Tal vez el reloj esté un poco más sincopado de lo normal.
Quizá algún día, las noches volverán a ser más largas otra vez.
Mientras tanto, todas las promesas quedan suspendidas.