Firma Aquí.
Por favor no me pidas lo que otro daría sin pensar ni dudar. No quiero rasgar tu piel, ni volverte fiera herida. Ojalá puedas comprender que arrojé todo a la marea de una vez, la última acaso, al alba de un día muy triste.
Puedo darte el tacto en mis dedos, o una caricia imaginaria con los ojos. No puedo sostenerte sin fuerza en los brazos; no voy a bajar los párpados y darte primicia alguna.
Tal vez pueda poner dos o tres horas en una canasta y guardarlas por y para ti; mis días sin embargo, son míos nada más.
Y tengo mil palabras en bandolera, mas hay una que no usaré ni te llamaré por ella, aun -lo lamento-, si lo merecieras. Puedo ser un zigzag en tu costado o uno más de tus carmesíes sueños; pero jamás tuyo por más de un momento a la vez.
Piensa bien lo que harás conmigo, o no lo pienses en absoluto. Entra en mi caverna o entrégate al sol. Tus deseos, tu voluntad; tu frío, tu tiempo, tu placer. No me duele tanto ser un objeto mientras entiendas quién es su dueño.
Si así lo deseas entonces, firma aquí con saliva, aquí con sudor, y aquí con savia de tí. Guarda tu sangre para quien la necesite.
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