Tornasol.
Es la magia impermeable de nuestra coincidencia, el vudú de puntos que se unen con líneas indelebles cuyos colores se repintan a diario. Es la santería de canciones compartidas, de diplomacia compasiva; ilusionismo y prestidigitación con sonrisas en bruto, manos abiertas, brazos extendidos como puentes incólumes, un hombro mojado acolchado por la piedad.
Es un espejo con un rostro diferente. Caminos adosados: ora paralelos, ora circulares; no siempre inmunes a la divergencia.
Es un diccionario de palabras no expresadas, intuídas, acaso tal vez inmencionables; sinónimos, antónimos, anagramas, y una profusa tribu de adjetivos.
Es pacto y es contrato. Listón y cadena y serpentina.
Es casi lo único posiblemente salomónico y aun así redituable. Flujo, transferencia y retroalimentación simultáneas.
Es un parentesco de opción múltiple.
Y puede ser alguna vez una pared que oculte una llama de amor sin voz; también una ventana por donde el mundo crezca infinitamente.
Al final simplemente es, y fue y será, un universo de bolsillo donde las almas pueden hacer lo suyo, y teñirse con los colores de otras.
Un amigo es la vida como un cromo tornasolado.
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